Guedemanía
Autor | Samuel Lorca Follow @xamwel
Ya hace varias semanas que, tras la renuncia de José Luis Sierra, asumió la banca de Colo Colo el técnico argentino Pablo Guede, generando una inusual vorágine en torno a su figura.
Lo normal es que la elección del técnico albo genere detractores y partidarios por igual, todos expectantes al trabajo del nuevo estratega y con el deseo de que realice la mejor campaña posible. Pero pocas veces se dio que el técnico elegido tuviera tal nivel de aprobación inicial, al punto que se generó una verdadera ‘Guedemanía’ tras su arribo. Lo más curioso era que los hechos no justificaban tanta ‘fe’, ‘buena espina’ o ‘buenas sensaciones’ que tenía el hincha para con Guede. No había razones para tanta esperanza.
Pablo Guede llevaba solo DOS años dirigiendo en Primera División, uno y medio en Palestino y seis meses en Argentina. Antes de eso dirigió un año en la cuarta categoría de España (Tercera División) logrando el ascenso y uno en la Tercera División de Argentina, donde fue campeón. Llega a mediados del 2014 a Palestino. Con un presupuesto modesto obtuvo resultados mostrando un futbol atractivo a la vista, directo, físico e innovador. En su primer torneo (Apertura 2014) termina cuarto clasificando a Copa Libertadores tras ganar la Liguilla. El 2015 participa en la Libertadores quedando eliminado en la fase de grupos ganando solo dos partidos, ambos al Zamora venezolano. En el Clausura termina en el lugar 16 de 18 equipos. En el Apertura 2015 vuelve a quedar cuarto clasificando a Copa Sudamericana. Tras sus buenas temporadas y habiéndose negado a dejar Palestino para emigrar a un grande de Chile (un gesto digno de destacar) es fichado por San Lorenzo de Almagro de Argentina.
Al club de Boedo llego para reemplazar a Edgardo Bauza (actual técnico de la Selección Argentina), quien partía al futbol brasileño y que había conseguido la primera Copa Libertadores para la institución. La contratación de Guede fue parte del plan del club que apuntaba a replicar el éxito del ‘Patón’ y que incluyo el armado de un numeroso y competitivo plantel para pelear el máximo trofeo continental. Una apuesta sin duda arriesgada al elegir a un técnico que solo había participado una vez en la Copa sin grandes resultados. Una apuesta finalmente fallida ya que cayó en la fase de grupos sin ganar ni un solo encuentro. En cuanto al torneo interno consiguió la Supercopa Argentina (torneo de un partido al que el equipo clasifico con el técnico anterior) venciendo por 4 a 0 a Boca Juniors. En el torneo argentino llego a la final tras ganar su zona, perdiéndola categóricamente por 4 a 0 ante Lanús. En resumen, Guede obtuvo un trofeo y peleo el campeonato, pero no estuvo ni cerca de conseguir los éxitos proyectados con un equipo que fue armado para pelearle a los grandes de América. Por lo mismo se creó un ambiente negativo en torno al estratego lo que termino provocando la renuncia del argentino.
Por lo descrito anteriormente es claro que la confianza del pueblo albo NO está respaldada por los números ya que si bien Guede tiene resultados aceptables, tiene corta experiencia y no grandes logros dirigiendo en Primera. Las razones para ello van por otro lado. Y tal vez la más importante sea el rechazo al estilo de juego del técnico anterior. El futbol de José Luis Sierra, si bien era resultadista (dos torneos disputados resultando campeón y subcampeón) no agradaba al paladar del hincha albo, que quiere ver al equipo salir a ganar desde el minuto uno al noventa. El equipo de Sierra, si bien tenia jugadores avezados no era un equipo de peso, su juego era predecible y dejaba de proponer tras lograr la ventaja, lo que ponía en evidencia la poca confianza en las capacidades del plantel el cual además era físicamente frágil, ya que el ‘Coto’ heredo un equipo con muchos veteranos (conformado así por Héctor Tapia) y las contrataciones realizadas para renovarlo no funcionaron. Por todo esto aunque el equipo ganara Sierra no tenía crédito con la parcialidad.
La llegada de Guede y su concepto de futbol directo es la antítesis del juego de su antecesor y esa diferencia de estilos el hincha la ha (sobre)valorado desde el primer partido. También ha ayudado que el argentino tiene buena prensa, la que ha exaltado sus virtudes y se minimizado sus defectos.
El problema comienza cuando este cambio de actitud en cancha, este futbol de mucha llegada y ataque incesante, aunque gusta, no está siendo suficiente para conseguir los resultados que Colo Colo espera. En sus primeros partidos Guede muestra varios errores conceptuales que ponen en duda su real capacidad. Por poner algunos ejemplos:
Se complica experimentando con jugadores en puestos ajenos sin la debida preparación y sin ser necesario además. Le cuesta poner al 2 de 2, al 6 de 6, al 9 de 9, etc. un error evidente más cuando no conoces todas las cualidades de tu plantel. Y si bien por necesidad o buen ojo a veces se acierta en un cambio posicional (Gary Medel de central por poner un ejemplo) el querer forzar esa transformación puede ser contraproducente, como lo ha sido en Colo Colo. El poco o mal trabajo en defensa y las improvisaciones en las bandas terminan haciendo inútiles los esfuerzos de armar una línea solida atrás. Y su respuesta para remontar marcadores adversos ha sido acumular gente arriba, algo muy básico para un estratega. De momento sus errores tienen justificación en la falta de tiempo para trabajar pero es una excusa que no le servirá por mucho rato.
Otro punto al debe en el rendimiento del equipo de Guede durante estas fechas es el poco provecho que le ha sacado al plantel con el que cuenta. En el arco tiene a Justo Villar, el mejor arquero de la temporada pasada y aun seleccionado de su país, aunque ha tenido frecuentes lesiones (recordar que esta cerca de los 40). En su reemplazo ha entrado Paulo Garcés, otro arquero de nivel, también seleccionado. Lamentablemente el mal funcionamiento en defensa los tiene jugando al límite casi siempre enfrentándose mano a mano con los delanteros y por más que sean dos porteros de calidad, no hacen milagros.
En los laterales tiene a Gonzalo Fierro, al que ha utilizado en todos los puestos de la banda lo que ha afectado su desempeño. Al recién llegado Felipe Campos lo improviso en la banda izquierda sin resultados. Allí también ha probado a Cristian Gutiérrez, Gabriel Suazo y Luis Pavez sin terminar de confiar en ninguno. Toda esta improvisación en la bandas ha sacrificado a la mejor dupla de centrales de la liga, Julio Barroso y Matias Zaldivia, quienes casi siempre están desprotegidos, enfrentando los ataques rivales en inferioridad numérica tratando de cubrir un sistema defensivo que no tiene pies ni cabeza. No se puede dudar de la calidad de los centrales, la falencia es en el ordenamiento de un técnico que no tiene claro cómo defender. En la zona de volantes ha probado diferentes nombres y esquemas sin encontrarle la vuelta; en este desorden Esteban Pavez siempre se ha visto superado, incluso acompañado de Claudio Baeza; Michael Rios ha jugado poco como volante derecho porque Guede prefiere improvisarlo como puntero donde no funciona; Martin Rodriguez ya de por si es irregular y lo es aún más en con tanto cambio de posición; Ramon Fernandez, como todos suponíamos, no da el ancho en la creación y si bien fue traído por Sierra, es culpa de Guede insistir con el cuándo a todas luces no rinde, aunque tampoco tiene muchas alternativas ya que Jaime Valdés, que ya venía a la baja con Sierra, esta irreconocible. La zona de atacantes se suma a esta confusión. El equipo de Guede genera muchas llegadas pero poca efectividad. Paredes anoto en las primeras fechas pero pareciera que su movilidad no es suficiente para seguir comandando el ataque albo; Octavio Rivero, que no ha contado con la confianza irrestricta del DT, va al sacrificio cargándose a la banda donde pierde efectividad; Vilches no rinde y el juvenil Ivan Morales no está para ser el salvador.
Pero lo que más afecta a la plantilla es la confusión de su cabeza técnica. Guede no ha sabido explotar las virtudes y capacidades del equipo. Tampoco detectar las falencias. Insiste en improvisar a los jugadores en puestos que no sienten ni conocen. Cambia de equipo y esquema todas las semanas como si hubiese tenido tiempo de trabajarlos en vez de avanzar en un esquema claro. La defensa ha sido su defecto desde el primer partido y no ha sido capaz de solucionarlo. De nada ha servido atacar y atacar si no se define, no basta con juntar gente adelante o con centrar mil veces, debe trabajar otras alternativas que permitan hacer daño.
No se ha visto pegada de media distancia, tampoco trabajo en pelotas detenidas. Lo único que ha mostrado es una intención, pero en ningún caso un estilo.
Si algo bueno se puede sacar de todo esto es que Pablo Guede lo tiene claro. El hombre ve el mismo partido que todos vemos (lo que es un avance a la falta de autocrítica de los técnicos anteriores) y respeta los códigos no reventando a sus jugadores. Incluso el mismo ha reconocido que no le ha dado su impronta al equipo y que los resultados han sido malos. Y sabe que no se le va a esperar 20 partidos (como en otros lados) para que comience a conseguir resultados.
Si bien no era partidario de la llegada de Guede, no comparto la fe que muchos le tienen a su futbol y definitivamente no seré un Guedemaniaco, lo expresado en esta columna no significa de ninguna manera que esté de acuerdo con que el periodo de Pablo Guede deba terminar. Está claro que no pelearemos este torneo, pero se debe confiar en este nuevo proceso y esperar a que el sistema de juego muestre avances que permitan afrontar con optimismo la próxima temporada.
Pero que quede claro que todo apoyo está supeditado a que el desastre actual no continúe.
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