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COLUMNA | Recuperando lo social

DESDE ESPAÑA CON AMOR

Autor | José Luis Peña Follow @QuincyChile

Ya estoy de nuevo por aquí intentando guerrear un poco a través de mis letras y pasión por Colo-Colo, como viene siendo norma desde que me iniciara en esto de las palabras en el todavía cercano 18 de febrero de 2016.

Bienvenidos, bienvenidas, a cuantas almas llevan grabado en el corazón las enseñanzas de Don David Arellano. También deseo expresar mi gratitud a cuantas personas que no siendo colocolinas, asoman su curiosidad por estos pagos conocedores de que nada malo les va ocurrir. Es mi deseo enviar un abrazo en la distancia a quienes semana tras semana forjan con sus trabajos la amalgama de sentimientos en que se convirtió @SomosChileRadio. Y cómo no, a todo ese grupo de seres humanos, quienes desde la  sombra de la distancia, hacen el ritual de leer cuanto escribo, sin reparar en los posibles daños colaterales que pudiera ocasionarles.   

En esta ocasión desearía traspasar los límites de la realidad existente para, de una manera utópica, hacer del Club Social y Deportivo Colo-Colo algo más que un club de fútbol. Sabemos que somos los más grandes, los más populares, a pesar de estar sometidos a la dictadura de una concesionaria y a la impotencia de un directorio. Pero podemos alcanzar mayor grandeza y popularidad. De esto va la columna de esta semana.  

Enorgullecidos por esas 31 estrellas que lucen más que el sol y que jalonan una historia única e intransferible, secundadas por ese majestuoso sueño parido en 1991 que porta el nombre de Copa Libertadores y cuanto vino por detrás, como la final ganada a pulso tras una tanda de penaltis no acto para cardiacos en tierras niponas por Recopa Sudamericana 1992 allá por el mes abril, para enlazar en septiembre de ese mismo año con el alzamiento al cielo de Macul de la Copa Interamericana.  

Añadamos a todo este festín los 10 títulos y 5 subcampeonatos de Copa Chile y las finales no logradas (pero finales, al fin y al cabo) de 1973 por la supremacía de América. O aquella derrota en Copa Intercontinental contra el todo poderoso Estrella Roja de Belgrado, en el ya lejano año de1991. No me olvido tampoco del drama vivido un 13 de diciembre de2006, cuando con todo a nuestro favor (veníamos de un esperanzador empate a uno contra el Pachuca, allá en México) en donde la historia decidió implantar una derrota  que no entraba dentro de nuestros planes.

Historia del club más grande de Chile amasada entre cánticos y lloros, esperanzas desvanecidas e ilusiones hechas realidad. Apuntando a lo más alto del cielo de Santiago y del mundo en pos de unos triunfos que en ocasiones nos dieron la espalda. Pero siempre en pie. Erguidos por ese sano orgullo de sentir el indio en el pecho. Conocedores de los vaivenes que el mundo del fútbol nos tiene deparados. Luchando contra las derrotas y disfrutando con las victorias.

Somos alb@s sin necesidad de tomar atajos. Un sentimiento. Un pensar. Un corazón. Una sola alma. Un único canto. Un sueño por nacer cuando los horizontes se visten de negro. Haciendo camino juntos. Codo con codo. Mirando al frente. Desde Arica a Magallanes. Y siguiendo por tierras lejanas como Alemania, Holanda, España, Nigeria, Australia o Canadá por poner sólo unos ejemplos, que demuestran la universalidad en la que Colo-Colo lleva instalado, antes incluso de nacer como club.  

EL AHORA

Desde que la famosa quiebra nos alcanzara de lleno muchas cosas cambiaron en el seno de nuestra entidad. Ya no es sólo la pérdida del control por parte de los soci@s en los designios del club lo que nos preocupa. Entre la instauración de unas SAD que en poco o nada contribuyen a fortalecer el fútbol chileno y, la entrega a intereses económicos a través de  concesionarias descarnadas y hasta deshumanizadas, los problemas se han ido multiplicando.

Poco se puede esperar de quienes priman lo comercial sobre lo sentimental. El hincha y socio albo carece de poder de decisión real y quien más quien menos, en la cúpula de ese monstruo llamado Blanco y Negro, piensan que lo mejor que nos pueden hacer es convertirnos en mera mercancía.  

Duro el transitar por tierras que nos robaron. Desprecian las voces de quienes sí sienten el espíritu con el cual nació nuestro club. Con sed retrasada por recuperar un pasado emanada del espurio a que estamos siendo sometidos.  Con los fronteras de la esperanza cerradas a cal y canto por quien dice representarnos.

En el ahora no existen momentos para dar pasos que fortalezcan y certifiquen definitivamente que el Club Social y Deportivo Colo-Colo es algo más que una institución deportiva. El dinero y los intereses creados dominan un paisaje creado a forma y semejanza de unos aprovechados. De destructores de diques que en vez de levantar empalizadas para evitar inundaciones, las contraen para comprobar si sabemos nadar.  

Estos señores escriben el presente albo sin la palabra corazón. Desterraron el honor y la humildad de su vocabulario. Dejaron hace mucho tiempo de leer sobre las virtudes que proporcionan sentimientos tales como lealtad, respeto y fidelidad. Son los charlatanes de un modo de entender la vida y el fútbol que choca frontalmente con nuestro ideario.  

A resguardo de cualquier contratiempo en sus búnkeres de oro y marfil, niegan toda posibilidad de reencontrarnos con los tiempos pretéritos donde el amor por unos colores no se vestía del color del dinero. Crean desafección. Auspician espacios con compartimentos estancos para evitar invasiones indeseables. Se encierran en sí mismos para mantenernos alejados a cuantos disentimos de sus formas.

Son los paladines de un mundo hostigante y herméticamente cerrado que tras sus murallas no tiene cabida nada que no sea el maldito parné y el deseo de hacerse notar. Atropellaron nuestra razón bajo el infame discurso de ser los salvadores y guardianes de unos postulados ideológicos de los cuales nunca supieron.

ByN y cuantos le secundan intentaron hacernos creer que eran el nuevo y renovado Ejército de Salvación. Nacidos para llevar a las tropas albas a lo más alto de la colina, pero con el desconocimiento del diletante que no sabe distinguir entre un terruño de tierra y la cordillera de Los Andes.  Así nos va la cosa. Con un pasado que desean hacernos olvidar, un presente cargado de minas y un futuro algo inquietante.

FUNDACIÓN COLO-COLO

Pasen. Serán bien recibidos en esta nueva muestra de la utopía que reina en mi corazón. No se retraigan. Soñar es gratis. El país de las quimeras abrió sus fronteras. No hay canon que abonar. Tierra sin límites fijados. Con los sueños y esperanzas danzando a su libre albedrio. Sin cadenas que romper ni murallones que salvar. Con los intereses económicos desterrados y su propaganda llevada a un lugar donde no nos pueda alcanzar.   

¿Loco? Un poco. ¿Utópico? A raudales. ¿Insensato? Puede. ¿Esperanzado? Para nada. ¿Soñador? Hasta más allá de la realidad. ¿Idealista? Salta a la vista. ¿Visionario? Que más quisiera yo. ¿Tonto? Quizás. ¿Idiota? Jamás, salvo que se demuestre lo contrario.

Que el Club Social y Deportivo Colo-Colo tiene algo de esto último pero muy poco de social es un hecho palpable. Que mandan los patrones del dinero marcado y los intereses comerciales es algo también incontestable. Pero dentro de este mundo mezquino, ruin, miserable y materialista es posible fomentar ideas que den lugar a un resquebrajamiento de la deshumanización que nos rodea.

Si bien es cierto que los nuevos reyes del mambo nunca nos dejarán bailar nuestra pieza favorita, también es cierto que con no acudir a sus festejos y montar nuestra propia fiesta, en algo paliaríamos el olvido a que nos tienen sometidos.

Puesto que quienes dirigen los designios de nuestro club se muestran incapaces de convertir a Colo-Colo en un ente que vaya más allá de lo meramente especulativo y mercantilista,  seamos los socios quienes de forma paralela, lancemos propuestas innovadoras  e impactantes.

Yo propongo la creación de una fundación sin ánimo de lucro a la que bautizaría con el nombre de “Fundación Paraíso Albo”. Si a alguno de ustedes, amables lectores, se le viene a la cabeza otra forma de denominar a esta utópica fundación, no se corten un pelo y háganlo saber.

No es broma cuanto digo. No estaría de más que el Club Social y Deportivo Colo-Colo contribuyese a su manera en mejorar el mundo en que vivimos. La sociedad actual tiene demasiadas cuentas pendientes consigo misma como para relegarlas al olvido. El abanico donde actuar es amplio y variado desgraciadamente.  

A mi personalmente se me ocurre un montón de áreas donde intervenir. Desde la lucha contra la explotación laboral y el acoso sexual infantil, pasando por la ayuda a gente en peligro de exclusión social, sin olvidar la lucha contra el maltrato animal o fomentar campañas ya establecidas como #bombadeinsulinaAUGE o #UnCorazónParaMonse.

No quisiera olvidarme de los aspectos ecológicos que la fundación podría abordar, como son los conflictos medioambientales surgidos en la Patagonia chilena. O el denominado “conflicto mapuche” y la lacra de una violencia que crece cada día. Pero sin política ni político alguno. Ayudando a buscar una paz justa y tendiendo puentes de entendimiento.

Busco un CSyD Colo-Colo reivindicativo y solidario. Más humanizado y hermanado con la justicia social. En un principio no estimo sea una mala idea. Como sueño no está mal. Nos haría crecer como institución y recuperaríamos esa parte social que hace tiempo se quedó atrás.

Si después de leída esta proclama alguien de ustedes decide catalogarme de imbécil, incauto, insensato o de cuantos descalificativos se les ocurra, tengan por seguro que les entenderé. Apoyar no, que eso ya sería de masoquista irrecuperable.

Hasta aquí mi columna de esta semana.  De ustedes depende si no concilian el sueño tras la lectura de este alocado y tal vez insensato trabajo que les propuse. Como dije antes, soñar es gratis, lástima que la realidad existente arruine gran parte de estos sueños. Y este anhelo, me temo, pasará a engrosar la lista de ilusiones y esperanzas que duermen plácidamente en el limbo de la utopía.  

FUEZA ALBA    

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