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|DESDE ESPAÑA CON AMOR| Los culpables tienen nombre Columnas DESDE ESPAÑA CON AMOR 

|DESDE ESPAÑA CON AMOR| Los culpables tienen nombre

Autor | José Luis Pena Follow @QuincyChile


Hoy tengo ganas de atizar. La furia y la rabia llamaron a mi puerta. El pequeño drama a gran escala que este corazón cacique sufre, padece y aguanta estoicamente tanto tormento, desea manifestar pública y abiertamente su malestar por el estado actual de Colo-Colo, que le remite a pelear a cara de perro una Copa Chile para no tirar por la borda un campeonato para el olvido.

Con un Apertura’ 2016 casi muerto para las esperanzas del club más grande de Chile, lo único a que los socios, hinchas y aficionados albos nos agarramos (quien nos lo iba a decir), es a una  tabla de salvación consistente en pasar por encima de Universidad Católica en un doble duelo repleto de voltios y plantarnos en la bendita final a la espera de rascar un título.  

Título, que por una parte acrecentará nuestro palmarés, engrandecerá nuestra historia y posiblemente disfrutemos con toda la alegría del mundo, pero que si lo miramos con las debidas reservas, nos sabrá a poco. ¿Quién no lo cambaría, en caso de levantar la Copa, por la estrella 32?

Una vez medio planteado de por donde va el trabajo de esta semana (falta nombrar a los culpables que hago alusión en el encabezado), paso a los saludos pertinentes, no debiendo faltar jamás, así Colo-Colo navegue en aguas intermedias en un Apertura de locos, así nos frían con goles absurdos o que como viene siendo tónica en algunos partidos, apelando a la heroica para salvar los muebles.  

Que todos los espíritus férreamente sujetos a una historia, a unos colores irrenunciables y a un sentimiento colectivo de hermandad, dejemos cuanto antes de vagar por el limbo de la ambigüedad que supone ver a Colo-Colo transitar por las tierras medias de la clasificación.

A quienes no siendo albos, pero sienten un profundo respeto por cuant@s sí formamos la gran familia que un día parió David Arellano, darles las gracias. Gracias encaminadas a reconocer una labor callada y silenciada muy a menudo por el ruido que la pasión provoca, en un mundo como el fútbol donde la radicalización de criterios y sentimientos es norma general.

A mis colegas de letras de @SomosChileRadio y @DaleAlbo, gente común y sencilla, que a través de sus escritos y trabajos plasman cada semana sus alegrías, sus pesares, sus dudas y alzan al mundo su cariño y devoción por Colo-Colo y cuanto le rodea, comentarles que ni en mis mejores sueños me hubiese imaginado esta increíble historia de amistad y compañerismo.

Y aunque sigo sin entender la cantidad de alabanzas y parabienes que recibo cada semana de mis fieles y leales lector@s, animarles a que no decaigan en su empeño silente por la llegada de un día en que no tengan que dejarse la vista ante el exagerado tamaño de mis columnas.  

Gratitud a quienes hacen posible que semana tras semana me cuele en sus vidas, mediante este ejercicio consistente en hacer público una serie de pensamientos, que de otra forma se verían abocados a un recorrido interior y de poco alcance, como venía sucediendo hasta hace bien poco.

Han sido ustedes los artífices de que las distancias disminuyesen. Con su eterna paciencia agrandaron el reducido espacio emocional por el que me movía. Con el solo hecho de estar ahí, permiten que esta alma colocolina sienta con más fuerza que nunca ver su mundo crecer. No duden que son tod@s ustedes culpables de romper un aislamiento que pareciera enquistado. Nunca me cansaré de daros las gracias.  

Pero ustedes no son los culpables a los que hago mención en el título de esta columna. Ojalá a  tod@s y cada uno de nosotr@s nos pudieran culpar de derribar distancias, de achicar espacios entre mundos distantes, de levantar banderas de entendimiento y juntar voces con un solo fin: el encuentro con la amistad y la unión de pueblos y culturas diferentes que no tienen porque estar reñidos.

¿A QUÉ CULPABLES ME REFIERO?

A quien nos gobiernan desde hace algún tiempo. Los que viven en la cúpula de un paraíso llamado CSyD Colo-Colo y, que con su ineptitud y despotismo intentar arruinarlo anunciándonos que ellos fueron los salvadores.

¿DE QÚE SON CULPABLES?

De ser tan nefastos en su gestión y de utilizar su prepotencia y falta de conocimientos en esto de gestionar un club, que a día de hoy se trasluce en lo siguiente: de lo único que un verdadero colocolin@ puede sentir esperanzas consiste en derribar el muro cruzado y alcanzar una final de Copa que nos transporte a la gloria.

A CUESTAS CON UNA CRUDA REALIDAD

Colo-Colo lleva disputados 11 fechas en este Apertura’ 2016 sobre las 15 pactadas. En este tiempo lo más cercano que nuestro equipo estuvo del liderato sucedió en la 2ª jornada, donde alcanzó el meritorio 6º puesto, para tocar fondo cinco partidos más tarde (7ª del campeonato), instalándose en el apocalíptico puesto 15 entre 16 oponentes. Ver para creer.

Una vez concluida la onceava fecha, Colo-Colo camina en el puesto décimo a siete (7) puntos de los conjuntos punteros, Unión Española y Deportes Iquique y a cuatro (4) de los colistas, Huachipato y Universidad de Concepción.  

Esto significa, que a pesar de haber mejorado las prestaciones de un tiempo a esta parte en cuanto a carácter, juego y disposición táctica, Colo-Colo sigue carburando en modo diesel mientras otros equipos utilizan carburantes de última generación. Sería de esperar que algún motor de los que nos miran por sus espejos retrovisores se acabe gripando, pero es tanto el tráfico que tenemos delante y tan poco el tiempo disponible, que intentar un asalto al primer puesto se antoja misión imposible.  

Quedan por dirimir cuatro partidos que se volvieron otras tantas finales si el Cacique quiere seguir soñando con la madre de todas las remontadas. Para ello tienen que ocurrir dos cosas: una, que el más grande se vuelva gigante y gane todo y, dos, que los ocho que nos preceden pierdan hasta el nombre.

Lo que resta de aquí a final de torneo son dos partidos como locales ante Cobresal (fecha 12) y Everton (14), a priori rivales asequibles (solo a priori), más dos envites como visita, O’Higgins (13) y Palestino (15 y se acabó el pastel). Si por un casual nos tuviéramos que jugar el título ante los árabes ya de por sí sería un milagro, milagro que más bien, tal y como está el asunto, se torna espejismo.  

Esta es nuestra realidad. Ahora mismo tenemos más cercano en puntos ser los últimos de la fila que soñar con ser campeones. Que nos metan un gol no es tarea harto complicada. Nos salva que no se perdió del todo el olfato goleador.

Resulta curioso que Colo-Colo en once partidos lleva marcados los mismos goles que quien ocupa ahora la plaza 15 (Huachipato). En 17 ocasiones el portero contrario tuvo que hacer ese viaje tan desagradable consistente en traspasar su línea de gol para recoger el esférico. Más difícil de asimilar resulta comprobar que entre el más torpe del grupo (Universidad de Concepción) y nosotros, el número de goles encajados esté parejo, en 16 ocasiones nos perforaron la portería, por 18 al equipo del Biobío. Mirando hacia abajo.  

CULPABLES CON NOMBRES Y APELLIDOS

Todos y cuantos se sientan en la poltrona de Colo-Colo y cuya cabeza visible responde al nombre de Aníbal Mosa. Si nos encontramos en la situación actual es porque en su día, tras la marcha precipitada del entrenador José Luis Sierra a nadie se le ocurrió acelerar el proceso de recambio. Se trajo a un técnico, Pablo Guede con unas ideas muy claras y un ánimo a prueba de bombas, pero con escaso bagaje en la profesión. En él, sueños y realidad chocaron frontalmente, sumiendo al equipo albo en mar de dudas.  

Aunque para dudas los fichajes realizados en un club que carecía de Director Técnico. De las bajas ya ni me preocupo, tan solo reseñar mi estima por Martín Tonso y el horroroso destino que el futuro le tenía guardado y la tristeza que me dio ver partir a Jean Beausejour, más por las formas que otra cosa.  

Arribaron caprichos del ínclito Aníbal Mosa (Michael Ríos), dos jugadores con experiencia en España en calentar banquillos (Valber Huerta y Luis Pavez), dos jóvenes mermados por las lesiones (Brayan Véjar y  Marcos Bolados), otros dos jugadores con supuesta proyección (Felipe Campos y Octavio Rivero), más el sonado y mediático caso de Ramón Fernández.

Sin nadie que pusiera cordura en la infame estructura deportiva del equipo, a veces estimo que se hicieron ciertas incorporaciones (a jugadores me refiero) como si fuera un sorteo. Sorteo cuyo premio final era vestir la camisola más bella del mundo. Salvo pocas excepciones, el Colo-Colo de hoy va tirando de la jerarquía de unos veteranos de guerra, que en mayor o menor medida, le están tomando el pulso a este Apertura tardíamente.

Se esperó un mundo, una pretemporada y cuatro bailes de graduación en tomar decisiones trascendentales de cara al futuro próximo que se avecinaba. Hubo un momento exacto en esa no toma de decisiones, cuando los demás oponentes al título empezaron a mover ficha, que pareciera que en ByN se instaló la parsimonia y el desdén bajo el epígrafe de no precipitarse para no despeñarse.

El resultado de tanta lentitud de reflejos y una política de fichajes que dejó mucho que desear se traduce ahora en un ir y venir dentro de un torneo, que sintiéndolo mucho, se nos quedó ancho de espaldas y con el regusto amargo que deja el saber que todo tiempo perdido fue una pérdida de tiempo cuyos efectos negativos y perniciosos se palpan en el presente.

VENI, VIDI, VICI

Cuando anteriormente expresé que en nuestro DT sueños y realidad no caminaban por la misma vereda, también deseaba proclamar que al principio pecó de ingenuo. Y esa ingenuidad es la que también en parte está retrasando la llegada de la estrella 32. Vaya por delante, antes de nada, que seguiré siendo “guedista” hasta que las leyes del fútbol me lo permitan.   

Tal vez debido a su inexperiencia y poco recorrido como entrenador, Pablo Guede, que de historia no sé como andará, quiso emular al general y cónsul romano Julio César, cuando ante el Senado Romano se propuso explicar en pocas palabras su victoria en la Batalla de Zela, en el lejano (para nosotros) año 47 a.C.

Julio César resumió lo acontecido en dicha batalla con la famosa frase: “veni, vidi, vici”, que a efectos de traducción significa “vine, vi y vencí”. La salvedad consiste en que dicha alocución fue pronunciada una vez acontecido el hecho, mientras que Pablo Guede dio por sentado demasiadas cosas mucho antes de empezar su particular batalla. La ansiedad por hacerse con las riendas de Colo-Colo lo más prontamente posible le hizo volverse imprudente. Quiso ganar una guerra sin saber qué es una batalla. Se le tachó en su momento de “vende humo” y hubo hasta quien pidió su cabeza.  

Pablo Guede tiene, como no, su parte de responsabilidad en el fiasco en que nos encontramos a nivel Apertura, pero también es cierto que, con sus errores a cuestas, su recular en cuanto a disposiciones tácticas y el tardío aprendizaje de que su sistema no era del todo viable con la plantilla disponible, es quien está insuflando aires de esperanza a un equipo desinflado.

De igual manera se debe achacar al plantel su parte en este plato un tanto soso. Los más veteranos se vieron sorprendidos de la noche a la mañana por los nuevos métodos empleados por Guede. De repente, sin previo aviso, se convirtieron en niños de parvulario. Tocaba aprender cosas nuevas y salir del refugio de casa. La vida ya no era un recreo permanente.  

Y entre ensayo y ensayo, esfuerzo sobre esfuerzo y batacazos ante rivales resabiados llegó la hora de invertir los términos. Y en esa están Pablo Guede y sus muchachos. Aprendiendo que todo trabajo bien hecho trae consigo una recompensa, aunque en no muchas ocasiones dicho premio se quede en nada por culpa de un juego que no entiende de justicia ni de méritos contraídos.  

EN RESUMIDAS CUENTAS…

Tal vez tenga toda la razón del mundo mi amigo @SadracH cuando dijo en su día que este Colo-Colo era un equipo de transición. Los hechos le están dando la razón. Visionario o no, lo cierto es que acertó en su pronóstico. Pronóstico basado no en la intuición, seguro, sino dado por su capacidad de observación y analítica.

Pero si de algo estoy convencido yo, es que este periodo de transición tiene unos culpables directos que residen en habitaciones a las que nunca fueron invitados. Gobiernan y presiden una institución a la que dicen amar y respetar, pero que a la hora de la verdad son incapaces de ponerse el buzo de trabajo y buscar soluciones a problemas concretos.

Mucho antes de que comenzara a rodar la pelotita en este Apertura, los responsables de llevar la nave a buen puerto, vieron venir la galerna y decidieron refugiarse bajo los acantilados. Allí, junto a los farallones, es donde dejamos el mástil, la botavara, las drizas, la vela mayor, el trinquete y parte del timón.

Y todo porque en su momento en vez de actuar decidieron que lo mejor que podían hacer era tomarse su tiempo de contemplación para ver si la dichosa tormenta escampaba, sin los botes salvavidas adecuados y anclados en sus posiciones originales.

Y con el velero medio hundido, los simpatizantes e hinchas del equipo del indio en el pecho, ahora respiramos más tranquilos sabiendo que la línea de flotación emerge de nuevo cuando estamos a una derrota y un empate para besar el fondo del mar. O sea, a cuatro puntos de la más absoluta ruina deportiva e intentando hacer de una copa el faro que nos guie a tierra firme.      

FUERZA ALBA

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