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|DESDE ESPAÑA CON AMOR| La presión no será la misma Columnas DESDE ESPAÑA CON AMOR 

|DESDE ESPAÑA CON AMOR| La presión no será la misma

A todo el pueblo de Arellano, cuya lealtad va más allá de los nombres propios, se crece en la derrota y convierte cada envite de Colo-Colo en una ceremonia de gratitud eterna, decirles lo siguiente: aun en los días más oscuros y cuando la garganta se nos haga un nudo, nosotr@s brillamos más que nadie y desharemos llantos.

Autor | José Luis Pena Follow @QuincyChile

A mis compañeros de @SomosChileRadio y @DaleAlbo hacerles esta pequeña reseña en modo homenaje y gratitud: lo que la distancia destruye con insistencia criminal lo suplen ustedes con sus trabajos. Trabajos dignos, sinceros, repletos de amor por unos colores intransferibles en cuyos textos me sumerjo para seguir nadando.

A cuantas almas se visten de diferentes colores, decirles el placer que siente uno cuando es respetado y el bien que hace a nuestros corazones cada vez que apartamos de nuestras vidas el odio y el rencor.

A quienes desde la distancia, independientemente de cómo soplen los vientos, se adentran con fidelidad en las letras de este humilde servidor, recalcarles lo agradecido de este corazón por tener cada semana tan grata compañía.

PRESENTE Y FUTURO SE UNEN

Ahora que el torneo Apertura’ 2016 languidece y está a punto de echar el telón es cuando, de manera semiinconsciente, tendemos a mirar hacia atrás buscando respuestas del por qué y el cómo nos quedamos a medio camino, de cuáles fueron sus motivos y de por dónde vinieron los desprendimientos. Todo esto en caso de ver arruinadas nuestras ilusiones.
En cambio el panorama desde el puente se ve totalmente diferente si a la nieblina de la derrota le diese por evaporarse.

Con los triunfos se vienen días esplendorosos de primavera. Época esta en las que los campos se tiñen de verde, de flores, los árboles brotan de vida y los días crecen. Ya no nos hacemos preguntas. Saboreamos la victoria con la esperanza de que el otoño nunca nos alcance y menos aun el crudo invierno.

LA ESQUIVA ESTRELLA 32

Tras el desastre de Rancagua (O’Higgins 1-0 Colo-Colo) el pasado sábado, no quisiera ser un ventajista al uso, pero que la 32 hacía tiempo se eclipsó estaba más que cantado. En el fondo, la hinchada alba se lo veía venir. Dos razones avalan mi teoría de que nunca fuimos merecedores de conquistarla, empleando en esta ocasión aspectos meramente deportivos.

(Primera razón)
Un conjunto que llegó a habitar en el espeluznante y paralizante antepenúltimo lugar de la tabla clasificatoria no hace mucho, dice bien a las claras de lo mal que se estaban haciendo las cosas. Los milagros en el fútbol escasean, sobre todo en competiciones de tan corto recorrido.

(Segunda razón)
Para que un equipo opte a ser campeón lo primero que se le pide es fortaleza como local. Fortaleza dilapidada casi nada más comenzar este Apertura con tres dolorosísimas caídas en el David Arellano. Demasiado lastre como para reflotar un conjunto que mostraba carencias insalvables.

PRESIÓN EN DOS DIRECCIONES

El presente se llama Copa Chile (siempre y cuando se libre el escollo que supone Universidad Católica). El futuro toma el nombre de Clausura’ 2017. A partir de aquí todo cambiará. Para Colo-Colo y sus rivales.

Para Colo-Colo porque se iniciará un nuevo ciclo donde, salvo sorpresa monumental, el técnico que guiará las naves colocolinas seguirá siendo Pablo Guede. El plantel apenas será variado con un cambio de cromos de máxime tres jugadores, y esperando con el alma encogida que la dirigencia no vuelva a cometer la torpeza de retrasar tomas de decisiones trascendentales.

Analicemos los porqués de este aumento de la tensión que sufrirá Colo-Colo mucho antes incluso que el Clausura’ 2017 eche a rodar.

1º- Todo parece pasar por Pablo Guede
Con arranque de Apertura errático y sumido en el caos táctico, donde se pusieron excusas varias (no exentas de su punto de razón), el equipo fue dilapidando su jerarquía a golpes de derrotas dolorosas y en ocasiones inexplicables, como cuando el equipo se especializó en caer derrotado en superioridad numérica.

Pablo Guede asumió las riendas del Cacique sin planificar del todo la plantilla. Llegó a nuestra casa con una serie de ideas claras de cómo deseaba ver plantado a Colo-Colo en la cancha; de la manera de defender y atacar o del dominio en todos los aspectos del juego. Ideas y formas de entender un deporte que en muchas ocasiones no juegan limpio ni es claro en sus conceptos de justicia y equidad.

Deseos de victoria por un lado mientras por otro se colaba el desorden en forma de caída libre. Anhelos de implantar un patrón de juego reconocido por tod@s (el ADN colocolino), para asumir, con los nervios a flor de piel, que todo intento de alcanzar la senda de la victoria acababa en naufragio mucho antes de alcanzar la playa.

Fue un grave error de percepción por parte de nuestro DT intentar construir un edificio sin saber muy bien de cuantos obreros especializados tenía en nómina, ni de contar con unos posibles materiales tan vez caducos. Entró, no como Pedro por su casa, pero sí como un elefante en una cacharrería.

Ruido hizo. Mucho ruido. Hizo tanto ruido que acabó por ahogar el eco de la prudencia. El sonido de la brisa lo transformó en el rugir de una tormenta que iba a más a medida que el torneo avanzaba. Pero después de la tormenta escampa. O eso dicen.

Con furia contenida y a base de trabajo empezó a levantar los cimientos que asegurasen un presente más placido con vistas a un futuro mejor. Con el advenimiento de planteamientos más acordes a la lógica se fue formando un Colo-Colo más intenso, donde desapareció el desorden y el caos táctico, más solidario y conjuntado. En resumidas cuentas, un equipo más cohesionado y menos fracturado.

Esto lo estamos pudiendo comprobar en los últimos tiempos. Durante el tercio final de este Apertura todo cuanto muestra nuestro equipo es una mejora en un aspecto tan fundamental como es el sentimiento de colectividad y cuya misión consiste en impedir que cada jugador haga la guerra por su cuenta.

Se estableció el trabajo en equipo, en cadena. La división de líneas que hacían del Cacique un conjunto roto y a merced de las mareas fueron suprimidas. Guede se preocupó de evitar tanta sangría a base de juntar líneas, de intensificar en cada entreno sus postulados y hacer entender a la plantilla que todo cambio de planes no tiene que ser necesariamente un acto de claudicación.

Es precisamente por este motivo, la franca mejoría mostrara, un factor que pudiera aumentar los niveles de presión sobre Guede. Ahora sabemos de lo que es capaz. De hasta dónde puede llegar si las cosas le van medianamente bien. De su trabajo, dedicación y constancia. Nos está demostrando al pueblo de Arellano que no es un espíritu endeble y que sabe lo que quiere.

Por tanto, aquellos mensajes iniciales cuando pisó territorio albo de prudencia, a medio camino entre la advertencia y la cautela más rigurosa, tomarán un camino de no retorno. Es entonces cuando las justificaciones y pretextos (en caso de que las cosas no rueden como lo inicialmente deseado) no servirán como arma defensiva.

Sabiendo lo que la hinchada alba sabe a estas alturas de la película. Habiendo aprendiendo sobre la marcha que lo negro es factible teñirlo de gris (como mal menor) o vestirlo de blanco, todo discurso que venga en plan huidizo, esquivo o nos llene la cabeza de pajaritos, no será ni entendible ni asumible.

2º- De la siesta al trabajo
La era José Luis Sierra concluyó como tod@s sabemos de sobra. A los planteamientos resultadistas que dieron como resultado el eclipse total de ideas, le sobrevinieron factores ambientales (entiéndase por entorno) que terminaron por sepultar un proyecto viciado y sin visos de regeneración.

Cuando un entrenador muestra, aunque sea de forma soslayada, los principios de cierto hartazgo mental, de un cansancio psicológico y en cierta manera una especie de aburrimiento en vías de cronificación, los primeros en sufrir las consecuencias son los jugadores.

El liderazgo, los conocimientos, el trabajo y la dedicación del técnico son puestas en tela de juicio. Del bullicio y algarabía por pelearlo todo se pasa en un santiamén al silencio ensordecedor que la apatía y la abulia producen cuando la falta de interés asoma la patita.

Con una serie de jugadores acomodados al rol de vacas sagradas; con una clara y manifiesta baja forma física en la gran mayoría de ellos, mas salvados por la campana en no pocas ocasiones por la grandeza de quienes decidieron convertirse en héroes y no en villanos, se nos presentó de bruces un torneo (Apertura’ 2016) con los tiempos comprimidos y encerrados, a modo de lastre, por la decidofobia de una gerencia incapaz de dar un paso adelante sin antes no consultar con el oráculo del Señor.

O lo que es lo mismo, levantando la planta 5ª del edificio albo sin haber apuntalado y asegurado los cimientos. Adormilados bajo el sueño de Morfeo, a los responsables máximos les dio por inaugurar una casa con las calles sin pavimentar. Sin apenas mobiliario urbano, con aceras que simulaban un campo de minas y una escasez de áreas de servicio y entretenimiento (jardines, parques, pasarelas sobre un estanque con patos, etcétera), el tiempo les atropelló.

Y mientras tanto, el plantel superviviente viendo llegar nuevos efectivos y preguntándose de por dónde se les escaparon las fuerzas. Expectantes y sumidos en el rigor de un presente aquel incómodo, cuyos tiempos de reacción se vieron lentificados hasta la desesperación, empezaron a tomar las primeras clases de solfeo del nuevo director de orquesta.

Como todo buen alumno que se cree aventajado, la gran mayoría de ellos dieron por hecho que con su sola calidad era posible hacer sonar aquella fanfarria como si fuese la Filarmónica de Berlín.

Con los coros desafinando, la sección de cuerdas sin repuestos, la percusión haciendo más ruido que otra cosa y la de viento resoplando, el espectáculo se puso en marcha.

La gran orquesta alba empezó a entonar las primeras melodías. Y en vez de sonar el “Himno de la alegría” surgió un réquiem en toda regla. Con un director de orquesta desubicado y hasta desbordado por los acontecimientos, se intentó poner orden ante el desconcierto reinante.

Con una partitura mojada, un pentagrama borroso, sin diapasones suficientes y un compás desacompasado, al mago trasandino le entró la cordura y dispuso de un metrónomo para cada uno de los músicos. De esta forma quería evitar el enloquecedor ruido producido cuando la polca se entremezcla con una sonata, esta con un aria y esta a su vez con el canto gregoriano.

Tras la pequeña criba que se producirá en la plantilla al finalizar este campeonato, los que se queden ya no podrán dibujar garabatos. La época del famoso “error y ensayo” pasará a formar parte de la historia para centrarse en trabajo, trabajo y trabajo.

La presión en los jugadores subirá unos cuantos grados. No tienen escapatoria ni excusas que ofrecer. Han demostrado de lo que son capaces de aportar tanto a nivel individual como en lo colectivo. Una vez aprendidos y asimilados los conceptos del entrenador, serán ellos los que tengan que dejarse la piel en el campo sabiendo que un nuevo fracaso no sería asumido de buen grado ni por la afición, ni seguramente por la gerencia.
Esta es la presión que deberá soportar tanto cuerpo técnico como jugadores durante el próximo torneo. Tras dos batacazos seguidos por reconquistar el cetro de campeón los niveles de ansiedad es normal que crezcan. Ahora solo hace falta saber si los nervios por la responsabilidad adquirida no se quedarán atenazados.

Pero eso nos lo aclarará el futuro. El presente está escrito. Todo un campeón fiando su suerte en este semestre a dos partidas. Una real; la otra por concretar. Y en el fútbol no existe nada concreto.

Una final por disputar contra los cruzados y otra con ribetes de hacerse realidad. Así es y así os lo cuento.

LA PRESIÓN DE LOS CONTRARIOS

No solo Colo-Colo sufrirá la presión que supone ser favorito una vez más para alcanzar el tan ansiado triunfo. Los rivales también sufrirán los rigores de un campeonato (Clausura’ 2017) en el cual nuestro equipo volverá a entrar en las quinielas como gran favorito.

Al igual que nosotros vimos la transformación para bien de nuestros muchachos, los contrarios también lo vieron y en algunas ocasiones la padecieron. Colgar el cartel de eterno aspirante a Colo-Colo no tiene mérito salvo que juguemos los torneos con chicos sub’18.

Ahora que todo el mundo futbolero chileno sabe de las mejoras llevadas a cabo en la casa alba y conocedores de que el potencial de Guede y sus muchachos está por explotar, es hora de iniciar una especie de guerra psicológica. Como carta de presentación no estaría mal levantar una Copa Chile. Y si ésta es levantada con autoridad y jerarquía mucho mejor.

Dentro del fútbol en ciertas ocasiones las victorias se fraguan tras las derrotas. Pero también es cierto que entablar un discurso en la cancha dejando claro que los procesos dubitativos, los ensayos suicidas y las probaturas quedaron relegadas al olvido, ayudan lo suyo a la hora de amedrentar a los contrarios.

Si algo tiene este deporte como sello particular es la lectura sacada a lo largo de su historia más reciente: “los partidos no se ganan con el nombre; hay que disputarlos”. Pero dado que en este juego los roles juegan un papel importantísimo, estimo Colo-Colo parte con ligera ventaja.

Con el equipo hecho y presumiblemente bien reforzado de cara a futuros eventos y, dado el enorme respeto (no miedo) que sienten por nuestra entidad los rivales, soy moderadamente optimista de cara a los que se nos viene. Digo moderadamente porque en esto del fútbol dar por hecho algo es una invitación al suicidio.

Cierto es que la responsabilidad en cada partido disputado recaerá en Colo-Colo (por historia y tradición) pero no es menos cierto que con Colo-Colo en plenas facultades se vuelve un conjunto temible y temido.

De seguro no se ganarán encuentros por aplastamiento, pero visto y comprobado que la mejoría mostrada puede ser superada de largo haciendo las cosas bien, va siendo hora de entonar no cánticos de victoria, sería un acto irresponsable, sino hora de lanzar los sueños y esperanzas al cielo.

Que la presión a la cual se verá sometido nuestro equipo les haga sacar fuerzas suficientes como para ejercer más presión si cabe a los rivales. La jerarquía tiene un precio, pero también tiene sus ventajas. Juguémoslas.

FUERZA ALBA

*Por Chapecoense, sus jugadores fallecidos y supervivientes. Por sus técnicos. Por sus gentes e hinchada. Por Brasil entero. IN MEMORIAM.

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