|DESDE ESPAÑA CON AMOR| Metafísica de una final
Querido pueblo de Arellano: ya tenemos una final en ciernes. Colo-Colo vuelve a retar a la historia, la gloria y su destino. El más popular volverá a vestir sus mejores galas para buscar ese triunfo, que en parte, amortigüe el fiasco de no haber agarrado con sus manos la Estrella 32.
Autor | José Luis Pena Follow @QuincyChile
Estimada gente de @SomosChileRadio y @DaleAlbo: una nueva ilusión se otea en el horizonte. Es tiempo de ilusión, de alegría contenida y mirar el futuro con mejor cara porque el equipo de nuestros amores intentará ampliar un palmarés que nos encumbre de nuevo al cielo.
Para quienes no siendo de corazón albo o vivan en las otras esquinas del fútbol: perdónenme si hoy saco ese espíritu colocolino más aguerrido y menos pausado. Pero es que la ocasión lo merece.
Y a todas esas almas intrépidas cuyo aliento me empujan cada semana a proseguir con mis escritos: ¿qué decirles? Su presencia es vital, a parte de reconfortante, para que uno siga en la brecha en este arte de escribir para dar forma y figura a una serie de pensamientos, que de otro modo jamás verían la luz.
¿QUÉ SE ENTIENDE POR METAFÍSICA?
Metafísica (proveniente del latín y a su vez del griego), viene a traducirse como “más allá de lo físico”. Es una rama de la filosofía que estudia la naturaleza, estructura, componentes y principios fundamentales de la realidad.
Dicho esto, no den por sentado que esta columna transitará por esos mundos del pensamiento que representa la filosofía pura y dura. Sería ridículo y quedaría hasta pedante de la muerte decir que tengo el don de filosofar, aunque en no pocas ocasiones también llegué a plantearme si era posible averiguar la existencia de Dios mediante cálculos matemáticos.
Comparto con la filosofía se etimología (“amor por la sabiduría”), y aun siendo cierto que otorgo al pensamiento una fuerza que mueve mentes, renueva ideas e intenta explicar cosas desoyendo lo esotérico y el misticismo, nunca me consideré un filósofo y menos aun de la vida.
Pero mi inquieta mente, esa cuyo testamento final se resumiría en la famosa frase atribuida a Sócrates y recogida por su alumno Platón en <Apologías de Sócrates>:”sólo sé que sé nada y, al saber que no sé nada, algo sé…”, siempre me empujó a la adquisición de cuantos más conocimientos mejor. Así que ya lo saben, estimad@s; ni soy un maestro, ni sabio, ni intelectual, ni filósofo. A lo sumo, alguien que intenta trasmitir ciertos conocimientos adquiridos en esta vida y envolverlos según mi estilo.
Pero entremos en materia. No es cuestión de alargar lo que tod@s ustedes saben ya de memoria: lo cansino y plasta que me pongo en ocasiones con mis divagaciones. Es hora, por tanto, de analizar (desde mi punto de vista, faltaría más) la gran final que enfrentará por Copa Chile a Everton y Colo-Colo. Final, que vista con buenos ojos, restará importancia al triste hecho de no haber estampado en nuestro pecho una estrella más.
NO ME GUSTAN LOS MIÉRCOLES
Saben de sobra que siempre utilizo la sinceridad como arma. La mentira tiene un recorrido corto y requiere de muy buena memoria. El engaño no conduce a nada bueno. Solo los fantasiosos o quienes desean aparentar lo que no son la utilizan con asiduidad.
Así que, filosóficamente hablando, es mejor ir con la verdad por delante y no intentar crear mundos paralelos que al final crean dudas, incertidumbres y te ponen en una encrucijada. Sinceridad es sinónimo de respeto. Y el respeto es algo que nunca debe faltar.
En la pasada finalísima de Copa Chile, disputada el 02 de diciembre de 2015, puse el grito en el cielo por el mismo motivo que lo hago ahora. Jugar toda una final un día miércoles es un espanto. No se lleva en el fútbol civilizado. Es una falta de consideración a las aficiones, las grandes damnificadas de este atropello.
Much@s colocolin@s y simpatizantes del cuadro azul se quedaron con las ganas de acudir al Estadio Bicentenario La Portada (La Serena) por tratarse de un día laboral. Añadamos el traslado desde Santiago a dicha ciudad como otros de los inconvenientes que tuvieron que soportar ambas aficiones.
Para esta nueva final ante Everton, la ANFP ha programado el evento para el 14 de diciembre, que según tengo entendido (admiren mi sentido del humor), también cae en miércoles. Solo que en esta ocasión los hinchas albos solo tendrán que tomar el metro o colectivos para disfrutar de dicho evento. Con agravio comparativo o no, lo cierto es que la hinchada contraria tendrá que trasladarse desde Viña del Mar a la capital para ver jugar a su equipo del alma.
¿Cuant@s seguidor@s de ambos conjuntos verán frustradas sus anhelos de presenciar in situ la gran final? ¿Acaso en la ANFP piensan que se juegan finales todos los días? ¿No sería más lógico, más sensato y justo trasladar dicho encuentro a un sábado? La disponibilidad de los socios aumentaría. El ambiente en las gradas sonaría a fiesta total sabiendo que al día siguiente la única preocupación consistiría en proseguir la diversión o mascullar la derrota.
Triste lo que las autoridades del fútbol chileno hace por quienes realmente sí aman este deporte. Pesa en el alma la poca consideración que se tiene por unas aficiones y el recorte de posibilidades a que son condenadas. Todo un disparate y un sinsentido.
Metafísicamente hablando, jugar una final de copa en miércoles es como pretender organizar una fiesta en pleno funeral y esperar que la gente responda. Para helarte la sonrisa. Como se quedó la mía al saber la fecha. Otra final que me pierdo.
LOS PELIGROS DE UNA FINAL
Que Everton ha mejorado sus prestaciones en el torneo Apertura’ 2016 es un hecho palpable. Sigue transitando por los fondos de la clasificación, pero al menos y de forma meritoria dejó atrás el dudoso honor de ser colista durante cuatro jornadas consecutivas, las que van desde la fecha sexta a la novena.
A pesar de dicha mejora, a Colo-Colo se le puede etiquetar como el máximo favorito para levantar la copa de campeón. La jerarquía tiene su peso. Peso que se ve reforzado por el deseo intrínseco de Pablo Guede de central todos sus esfuerzos en llegar a la final y conquistarla, todo ello en detrimento de un Apertura que hacía tiempo mostraba los primeros signos de rigor mortis.
Pero las finales tienen su propio lenguaje. Lenguaje escrito a modo de jeroglífico, encriptado entre cuatro paredes invisibles. El fútbol, cuando huele una final, pasa a convertirse en un animal salvaje, indómito, impredecible y con las garras afiladas. Esperando su presa oculto tras el matorral.
Factores como la suerte juegan un papel fundamental en esto de disputar finales. No siempre las gana quien más puso. Es más. El papel de gran favorito suele jugar malas pasadas en aquellos equipos que no tomaron el debido respeto por el rival.
Las finales a un partido son un peligroso ejercicio para aquellas escuadras que pensaron que con el nombre bastaba para vencer. Las diferencias económicas y de calidad entre plantillas ven reducidos sus márgenes de beneficios en un encuentro de estas características. Son el germen que fomenta la victoria de David sobre Goliat.
Porque, filosofando un poco, hace tiempo llegué a esta conclusión:”acudir a un entierro antes de tiempo significa presenciar tu propio sepelio en esto del fútbol”. Esperemos que Colo-Colo no caiga en las innumerables trampas que las finales tienden a crear y no pase de cazador a ser cazado.
FRASES PARA HISTORIA
Las finales, sobre todo aquellas disputadas a un envite, dan para las reflexiones más sesudas que uno pueda imaginar. A medio camino entre el pensamiento profundo y la filosofía cotidiana, existe un amplio muestrario de frases que intentar decirnos qué es una final de fútbol.
De principio me quedo con dos cuya autoría desconozco (espero perdonen este lapsus) y que rezan:”las finales son para ganarlas”, dicho este muy recurrente, y otra que quien la pronunciara se coronó de gloria. El ejecutor de semejante frase tiene mi total desaprobación. No sé si en ustedes se producirá la misma reacción. Esto dijo alguien que presumiblemente entendía de fútbol:”si no se gana una final es porque no se mereció disputarla”. Ahí lo dejo. Juzguen ustedes por sí mismos. Y es que la frasecita se las trae.
Quisiera acabar este recorrido recordando las palabras de un tal Alfredo Di Stefano (Buenos Aires, 1926 – Madrid, 2014), quien en su día nos dejó claro qué se debía hacer en una final:”las finales no se juegan…se ganan”. Comentario dicho por toda una leyenda del fútbol.
Pero el discurso más esclarecedor de por dónde van los sentimientos cuando se va a disputar una final nos lo propuso el jugador mexicano Marcelo Alatorre (Guadalajara, Jalisco, 1985) y actual jugador del Club Universidad Nacional, más conocido como Pumas UNAM, quien observó lo siguiente:”si llegas a una final, debes ganarla porque no sabes cuándo llegarás a otra. Muchos compañeros no han llegado ni a semifinales. No cualquiera llega a una final. No queremos desaprovechar esta oportunidad por nosotros mismos, por la familia y la afición”.
CUATRO NOTAS FINALES
La final de Copa Chile ya tiene quien la dispute. Dos rivales que poco antes ya se vieron las caras en la penúltima fecha del Apertura’ 2016. Dos partidos muy diferentes entre sí. Everton de Viña del Mar con ganas de volvernos a amargar la fiesta (y si es por partida doble, mejor que mejor para sus intereses) y Colo-Colo con la obligación de no dejarse más puntos como local e intentando poner la primera piedra sobre una supremacía preestablecida.
El 4-2 que reflejó el luminoso del David Arellano en sí no significa nada de cara a la gran final (es otro partido, otra realidad), pero no cabe duda que a efectos de futuro deja una impronta positiva. Vencer por este tanteador, aparte de necesario, adquiere tintes de victoria moral, pero con las lógicas reservas. Una razón me empuja a esta opinión: ninguno de los dos entrenadores mostró sus verdaderas cartas. Siempre se guardaron un as en la manga y máxime estando la final tan cercana.
Quién nos lo iba a decir hace bien poco que ruleteros y colocolinos alcanzarían una final soñada por la gran mayoría de equipos chilenos, y más teniendo en cuenta si nos fijamos en el pasado más reciente. Y es que ambas entidades, allá por la jornada novena de campeonato ocupaban por méritos propios la posición decimoquinta (Colo-Colo) y decimosexta (Everton). Más abajo era imposible caminar.
El fútbol es un continuo galimatías; es un ir y venir constante; girando y contragirando sobre su propio eje; dando vueltas, subiendo y bajando empujado por vientos de misterio. Al igual que ocurre en la naturaleza, este deporte no entiende de líneas rectas. En zigzag permanente. Con ramas a punto de quebrar, echando nuevas raíces y transformando lo perenne en caduco.
Solo espero y deseo que la gran fiesta del fútbol chileno sea un auténtico cotejo de buenas sensaciones. Donde se celebre el respeto y el encuentro entre pasiones diferentes. Que ambas hinchadas se conviertan en referentes positivas de cara a otras aficiones.
No permitamos que reine la ceremonia de la confusión. Nunca aceptemos de buen grado que los pocos tontos que pudieran arruinar el espectáculo tomen posiciones de privilegio. Impidamos entre tod@s que se pongan a la venta boletos cargados de odio y animadversión.
Demostremos a Chile y el mundo entero que a pesar del día y los intentos de la ANFP por aniquilar espíritus rebeldes e indómitos, todavía, en este deporte pasional, queda un rinconcito para corazones sanos y almas enteras.
Que la filosofía del futbol tal y como fue concebido no lo destruyan quienes viven aferrados a sueños degenerados en pesadillas. Y como va siendo hora de echar la persiana por esta semana, nada mejor que dejaros dos enumerados metafísicos que vinculan al fútbol con conceptos odontológicos:
- “No hay mayor libertad que el respeto”.
- “Vive en paz, deja huella y muere tranquilo”.
FUERZA ALBA
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