| COLUMNA| Caminos de ida y vuelta
DESDE ESPAÑA CON AMOR
Bendito sea el pueblo albo, aquel a quien algún insensato no repara en llamarnos delincuentes, por soportar estoicamente la cantidad de descalificaciones e insultos que parecen el pan nuestro de cada día para aquellos en cuyas vidas se fugaron la razón, el respeto y la concordia.
Autor | José Luis Pena Follow @QuincyChile
Me honra y me enorgullezco del regalo que la historia me tenía reservada. Historia escrita en silencio durante décadas y que por suerte o fortuna (nunca se sabe bien), decidió que un buen día perteneciese al selecto club de colaboradores que envuelven su pasión por Colo-Colo en letras, gracias a @SomosChileRadio y @DaleAlbo.
Me felicito de tener en mis alforjas de viaje a seres maravillosos a quienes la fiebre del cacique no tuvo en bien hacerles una visita, pero cuya presencia es primordial para quien esto escribe. Primordial porque en este mundo dominado en no muchas ocasiones por una pasión desbordada y mal entendida, implantan la semilla de la amistad lejos del alcance del odio y el rencor.
Como columnista me siento más que reconfortado por el cada vez más numeroso grupo de personas que desde la distancia se toman la molestia de leerme semanalmente, aun siendo conocedores de la dificultad que entrañan gran parte de mis trabajos, dado el estilo tan personal que en ellos pongo.
HACIENDO CAMINO DESDE 1925
De forma breve voy a realizar un viaje en taxi. Viaje no exento de complicaciones y problemas. Estoy situado tan lejos de Macul que mi amanecer es el anochecer de allí. Saltando hemisferios cuya repercusión inmediata se percibe en el ambiente. El frío de invierno vivido en estas latitudes contrasta con el potente y hasta abrasador verano reinante al otro lado del mundo.
Pero aun con todas estas dificultades y otras más, como por ejemplo, vivir presentes en diferido, me presto a tomar ese taxi con un escaso equipaje y cargado de toneladas de ilusión y esperanza, camino de Colo-Colo. Pidiendo al conductor circule despacio y con las ventanillas bajadas.
Es así como se saborean los viajes auténticos. Los de verdad. Los iniciáticos. Los que te llevan directo al corazón. Sin prisas. Absorbiendo el aire que respiras. Admirando el paisaje. Observando las estrellas, el sol y la luna con la calma del viajero sabio, sabedor que lo importante no está en el punto final del trayecto, sino en lo vivido y sentido durante el viaje.
Viaje que me llevará (de hecho me está llevando) a las tierras que un día una serie de emprendedores decidieron conquistar y hacer suyas. Aquellos pastos yermos y asolados por el silencio recibieron un nombre, nombre que hoy es leyenda y símbolo de un sentimiento, de un pueblo, de un país. Ese pedazo de tierra lleva por nombre Colo-Colo.
Una manera de vivir, de sentir. Una historia acuñada a base de rebeldía. Con claros y oscuros. Con altibajos y momentos de suprema gloria. Con los lógicos vaivenes de quien el 25 de abril de 2017 cumplirá 92 años. Historia viva de un sueño convertido en realidad. Hora pesadilla, hora de tocar el cielo. Con sueños de los que nunca quisiéramos despertar. De días grises y oscuros. De cielos despejados y luminosos. De amaneceres que acaban en ocasos. De ocasos que terminan en amaneceres.
Con caminos de ida y vuelta. Con cruces peligrosos. Transitando por autopistas. Por sendas sin marcar. Marcando el destino. Entre baches, socavones y profundos hoyos. Por carreteras asfaltadas. Luchando contra vientos cargados de humedad y frío. A merced de soles que resecan la piel. Bebiendo las aguas cristalinas de manantiales que alejaron el páramo desértico.
Así es la historia nuestra. Es así como vivimos. De esta manera viajamos por la historia del fútbol. Igual que lo hacen otras miles de historias, pero con la salvedad de que la única historia que nos importa es aquella a la que una vez dimos forma. Como David Arellano, que dio forma y vida a un sueño que 92 años después se mantiene en pie a pesar de cruzar a lo largo de más de 18 lustros por periodos de sequía extrema y tentativas de desaparecer.
Se vivió de todo y todo se aprendió, hasta de tropezar con la misma piedra dos veces. Tomando sueños en plena deriva. Remando sin remos. Luchando con nuestros corazones contra los intereses creados. Respirando aromas artificiales de señores venidos del lejos que nunca sabrán ni quién fue David Arellano ni que siente de verdad un alma colocolina.
Rodeados y aislados, el socio, hincha y simpatizante del mejor club de fútbol de Chile, no aceptamos de buen grado el dominio a que estamos siendo sometidos. No pertenecemos ni perteneceremos al “Aníbal Mosa Club de Fútbol”. Somos y seremos la piedra angular del CSyD Colo-Colo. En pie. Luchando contra viento y marea por recuperar lo que un día nos fue arrebatado a la fuerza a base de mentiras y procesos corruptos.
De igual manera, mantendremos un duro batallar contra esa gente que, creyéndose más colocolino que tú y yo, tomaron el nombre de nuestro equipo para adueñarse de sus símbolos y enfangarlo con sus actos cada vez que su estupidez decide tomar vida.
Son los mismos descerebrados que en Valparaíso casi eclipsan la estrella 31 y que en gran parte hicieron deslucir la #NocheAlba este 2017. Peleas, reyertas y provocación. Creando miedo, desasosiego y rabia. Con pocas ganas de querer a Colo-Colo y con muchas de mandarlo al pozo de la miseria.
Pareciera que los muy cafres vencieron la batalla, pero lo que no saben es que la guerra que ellos mismos fomentaron será la encargada de derrotarlos. Quienes echan a las familias del Monumental David Arellano desconocen que los caminos son de ida y vuelta; que lo sembrado acaba por recogerse; que la violencia (en todas sus formas) tiende a pasar factura y, que vivir bajo el imperio del odio y el rencor sólo conduce a callejones sin salida.
Y en medio de todo esto desbarajuste provocado por mandamases ineptos y caciquiles, más la intromisión en nuestras vidas de grupos de socios con carácter destructivo, yo, a punto de tomar un taxi rumbo al futuro. Oteando un 2017 desde la distancia con la esperanza de que sea un gran año. El año en el cual Colo-Colo alcance los mismos éxitos que antaño le hicieron grande y único.
Porque sí. La esperanza es lo último que se pierde. Porque soñar, al margen de salir gratis, es parte esencial del ADN colocolino. Porque nunca dejaremos de alentar al más grande, al más popular. Porque el indio en el pecho es nuestro guía. Porque (con permiso de la hinchada del Liverpool) Colo-Colo nunca caminará solo.
Somos multitud quienes amamos de verdad a esta club sin necesidad de vender a nadie ni de manchar su nombre. No necesitamos mentir, ni especular, ni fomentar rencor para sentirnos los verdaderos dueños de Colo-Colo. Entre unos y otros nos encontramos nosotr@s. El verdadero timón que en silencio, como agazapados, un día reinará sobre el caos, el desorden y la improvisación.
EMPRENDIENDO EL VIAJE (2017)
Todo viaje que se inicie es una incógnita, incluso si se viaja por decimoctava ocasión al mismo lugar. Nunca se sabe lo que el porvenir nos tiene guardado. La ilusión de los preparativos (pretemporada) es grande. Todo está por preparar. Al día le faltan horas ante el cúmulo de situaciones que debemos hacer frente (bajas y altas en la plantilla, partidos amistosos, declaraciones y contradeclaraciones, rumores, etc.) y todo ello mezclado con la sensación de estar viviendo tiempos ralentizados por el deseo de que todo esto acabe y empiece la competición ya.
Pero el pasar del tiempo es inmisericorde. Avanza sin parecer avanzar y de pronto nos encontramos que el viaje comenzó. La travesía a la gloria o al infierno nos alcanzó de pleno. Los misterios que todo viaje lleva consigo dejarán de serlo tan pronto como los sueños echen a rodar.
Clausura’ 2017 y Copa Libertadores fijados en el horizonte. Es hora de traspasar la calma y la relajación a los nervios propios de la competición. Se acabaron las interminables horas preparando las maletas. Maletas repletas de esperanzas intactas. Aguardando que las leyes del fútbol hagan su labor.
Da igual cómo viajemos. En avión, en barco, en tren, en motocicleta, andando, a brincos, en bicicleta, a lomos de un asno, marcha atrás, de cabeza, de costado, de rodillas, solos o en compañía, en helicóptero, en autobús, en metro, en vehículos propios, en taxi o haciendo autostop. Que tod@s sentiremos lo mismo: el orgullo de viajar junto a Colo-Colo.
DOS APUNTES FINALES
El primero para indicaros que el camino que emprendí hace tiempo con Colo-Colo sólo es de ida y no de vuelta. Sin cruces ni desvíos. Sin atajos ni callejones sin salida.
Y segundo. Mucho antes de subirme al taxi que me transporte al futuro inmediato de Colo-Colo sabré qué responderle al taxista cuando me pregunte:
– ¿A dónde le llevo?
-Lléveme a la 32 esquina Libertadores, por favor.
FUERZA ALBA
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