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monumental-colo colo Columnas DESDE ESPAÑA CON AMOR 

|COLUMNA| Espinas clavadas como puñales

DESDE ESPAÑACON AMOR

Autor | José Luis Pena Follow @QuincyChile

Si en el anterior trabajo lo dedique a narrar cinco historias de otros tantos futbolistas que nunca navegaron por el fútbol de élite, en este nuevo proyecto pretendo contar otras historias, pero escritas en primera persona del singular.

Voy a hacer de esta columna una especie de catarsis, a modo confesionario. De tú a tú. Abiertamente. Sin tapujos. Alejando  las siempre peligrosas medias verdades en esta especie de cara a cara donde el juego el escondite no tiene cabida. Ustedes se merecen todo mis parabienes y saben de mi seriedad, dando por igual el asunto a tratar.

Admito lo sorprendido que me encuentro ante su acogida favorable a mis escritos y esto me empuja a sincerarme más con tod@s ustedes. Quisiera dejar constancia que cuanto estén dispuestos a leer no es una autobiografía no autorizada, jejeje, sino más bien el relato de algo no superado.   

Familia alba; miembros de @SomosChileRadio y @DaleAlbo; amistades venidas de otros lugares fuera de Macul y a quienes se empeñan en malgastar su vista leyendo mis interminables cuentos de terror, aquí les dejo mis cuitas y penas con el ánimo de no hacerles llorar y sepan discernir entre mis deseos y la tonta realidad que esta distancia me proporciona en ocasiones.

PEDIR PERDÓN

El pasado 23 de marzo @SomosChileRadio estaba de aniversario. Tengo por tónica general adentrarme en el que es mi hogar desde algo más de un año, sin faltar un solo día al encuentro con quien mejor me informa sobre el acontecer diario de Colo-Colo y las gentes que lo habitan.  

Casualidades de la vida, ese día, entre enviar mi columna a medio mundo, la noche que se me venía encima y la rabia de no poder ver jugar a Chile contra Argentina, la verdad sea dicha no contacté con ellos como hago a diario.  

Cuando ya tenía el ordenador apagado y me hallaba a dos pasos del descanso nocturno, mi señora esposa me hace mención si no felicité a @SomosChileRadio por su segundo cumpleaños. La cara de idiota que se me quedó todavía la llevo a día de hoy.

Más rabia acumulada. Ya entenderán por qué les digo esto a medida se empeñen en seguir leyéndome. Podría poner mil y una escusa para amortiguar el desastre emocional que supuso para mí no felicitar a mi familia chilena por excelencia, pero me niego en redondo. Por respeto y ética. En cambio, si quisiera enviar un sincero perdón por aquel despiste a todos cuantos hacen posible que @SomosChileRadio crezca cada día un poquito más.

Mil perdones a mis voces en la distancia, esas que se convierten no sólo en mis oídos, sino también en mis ojos y corazón (Patricio Ocampo y Danilo Quinteros). A mis compañeros de letras y pasión, esperando no olvidarme de nadie: Alberto Salazar, Rodrigo Gallegos, Nicolás Basaure, Brian Olivares, Javier Contreras, Óscar Ponce Gaete y Samuel Lorca.

No puedo pasar por alto y pedirles también disculpas a Diego Jara Ramírez, Sebastián Munizaga, Saldrach Abarzua y Darío Sanhueza, dejando mi último perdón a quien le debo todo esto, Don Roberto Quintana. Espero no haberme saltado a nadie.

Puede, y solo puede, que me esté tomando a pecho un descuido que cualquiera puede tener. Pero me da rabia ese lapsus.  Tengo esa espina clavada cual puñal de hoja afilada. A todos los nombrados y a los que muy posible no cité, son mi familia. El cariño y afecto contraídos en la distancia son imperecederos e inquebrantables, de ahí mi furia contra uno mismo.

Dicen las malas lenguas que vale más tarde que nunca, así que con carácter retroactivo y en señal de respeto les remito la felicitación que en su día no envié: FELIZ CUMPLEAÑOS A CUANTOS SON PARTE DE ESTE ENORME PROYECTO LLAMADO @SomosChileRadio. ¿Me permiten felicitarme a mí mismo?  

MIERDA DE DISTANCIA (con perdón)

Yo sigo a La Roja y Colo-Colo desde mucho antes que naciera Internet y cuanto vino después. Ya escribí en su momento sobre aquella etapa de mi vida, así que no voy a repetirme. Por no haber no había ni teléfonos móviles. Tiempos de retardo y a expensas de unos medios de comunicación españoles donde las miradas y los flases se detenían en otros lugares. Años difíciles aquellos si hacemos comparativa con los actuales.  

En nuestras vidas existen situaciones cuyo dominio se hace imposible. Por mucho que uno se empeñe, siempre surgirá ese pero que todo lo vuelve del revés. Son esas espinas clavadas en el corazón de cuando te percatas de que en el fondo, entre lo vivido en tiempos pretéritos y el presente apenas existen diferencias.  

Reconozco que todo mejoró para mí en cuanto al seguimiento de la selección nacional chilena y nuestro equipo. No es cuestión de negar la mayor, pero -siempre hay un pero- en ciertas ocasiones la frustración y la rabia del ayer hacen acto de presencia.

También soy consciente de las dificultades impuestas por una distancia de más de 11000 kilómetros y de mi eterna coletilla de estar enfrentados a dos hemisferios que nunca se entenderán y se miran de reojo. Cuando arremeto contra la distancia en realidad lo que deseo expresar son las trabas de una diferencia horaria hostil (la palabra hostil se lo debo a Don Roberto Quintana y ahora la utilizo yo a menudo), la cual fluctúa entre las 4 y la 6 horas en función del periodo de tiempo en que vivamos.

No hace falta un ejercicio de imaginación para entender lo que viene ahora. Empiezo (como es mi costumbre) a escribir las columna la noche del viernes. De cuando acabe es otro cantar, sobre todo teniendo en cuenta la extensión modelo “Guerra y paz” a que les tengo castigados. Pues bien, la diferencia horaria ahora mismo, a viernes 24 de marzo es de +4 horas.

Dentro de aproximadamente 24 horas, en la madrugada del sábado al domingo, en concreto, cuando den las 02:00 en España entraremos en el denominado horario de verano apenas tres días después de despedir al invierno. Para ello adelantaremos una hora todos los relojes (incluidos los de cuco y carillones) y nos darán las 03:00 sin darnos cuenta. De cuatro horas de diferencia pasamos a +5. Ni les cuento cuando en Chile, allá por el mes de mayo entren en el horario de invierno.  

6 horas de diferencia dan para mucho. Cuando en España estemos cambiando de día (entiéndase medianoche) ustedes estarán celebrando la media tarde, o lo que es lo mismo, sus 21 horas serán mis 3 de la madrugada. Así no hay Dios que se entienda. Prefiero utilizar mi fino sentido del humor a expresar lo que realmente opino del tema.

Este desbarajuste horario es el causante principal de, por ejemplo, no poder el otro día seguir el partido de Chile en Argentina, por no hablar de los dos encuentros disputados por Colo-Colo en Copa Libertadores. Horarios incompatibles, unido a un devenir diario de locos hacen inviable en ciertas ocasiones ver las evoluciones de las dos instituciones más amadas por quien abajo estampa su firma.

Un querer y no poder en el mismo lote. Y aunque debiera estar vacunado, no logro despegarme de la rabia sentida cuando la distancia se hace insoportablemente pesada. Me ahoga y descose por dentro. Me desconcierta  y distrae ese comecome permanente e insidioso que nace en el corazón y se adueña de mí ser.

Ni tan siquiera pensar en lo padecido en un pasado no tan remoto me consuela. Yo amo el fútbol, pero al fútbol le puse nombre y apellidos. Igual no explota mi alma si no puedo ver un partido de la liga española o taiwanesa, pero si ese impedimento se centra en La Roja o el Cacique, el Krakatoa se queda corto.   

Es un sin vivir, como vulgarmente se dice, cada vez que la distancia me atropella. No puedo evitarlo. Algo, cuya figura fantasmal no logro vislumbrar en la oscuridad, me lo impide. Surge en situaciones puntuales como la que se avecinará en el próximo encuentro de Chile ante Venezuela, que cuando salga esta columna ya se habrá disputado.

En esta situación de desamparo no existen los grandes remedios antes los grandes males. Me queda la opción de levantarme de madrugada, encender el maldito ordenador y saber si puedo seguir durmiendo a gusto o presenciar una pesadilla. No me negarán que la jodida espina está bien clavada.  

MÁS ESPINAS CLAVADAS (por si fueran pocas)

Es bueno soñar. Mantiene el alma y los corazones despiertos de cara a la desidia y la dejadez. Soñar impide refugiarte en el conformismo, y aunque la dichosa vida se emperre una y otra vez en arrinconarte en el cuadrilátero el simple hecho de mantener la llama de la esperanza es señal inequívoca de que los deseos se mantienen en pie.

Yo alcancé hace un tiempo a convertir un sueño en realidad: di un paso adelante y aprovechando los tiempos actuales y las supuestas facilidades disponibles, logré hacerme con la tarjeta de socio de Colo-Colo. Sin pedigrí y sin más ánimo que el de sentir un profundo orgullo de pertenencia a esa fábrica de sueños del club con más solera y reconocimiento de Chile. Una espinita menos.

Tres eran tres los sueños que hace un tiempo me acompañaban. Ahora se quedaron en dos. Uno de estos anhelos consiste en viajar a Chile; el segundo no es otro que poder pisar el césped del Monumental David Arellano y observar en silencio la que desde hace un buen rato considero mi Olimpo.

No se pueden imaginar lo que supondría ver jugar a Colo-Colo en nuestra cancha. Sería parecido a estar montado en una nube. De seguro lloraría. Demasiado tiempo de espera aguardando un milagro tiende a arrastrarte al desánimo, pero afortunadamente a cada partido disputado por el más popular, a cada torneo acabado o que empieza, mis fuerzas no decaen.

Difícil tarea la que me queda, lo sé. Pero como nunca me rindo y soy especialista en estirar los sueños, lo imaginado ayer y hoy se hará realidad algún día. Aquí me lo tomo con paciencia sabedor de que es la vida quien marca los ritmos a seguir. Eso y algunos problemas de salud, que todo debe decirse, son los causantes en el retraso en cumplir estos dos viejos sueños.

Porque un día me comprometí a querer, amar y respetar a Colo-Colo y alentar al seleccionado chileno, saltando fronteras reales revestidas de inconformidad, fui tomando conciencia de las enormes dificultades al hora de presenciar in situ un partido de ambas entidades.  

Puesto que desde hace tiempo deseos y realidades no se ponen de acuerdo y mi corazón y pensamientos no encuentran el auxilio reparador cuando la distancia se convierte en un ogro o toman forma de Leviatán, es hora de desclavar esas espinas a base de estar lo más cerca posible de ustedes, de Chile y Colo-Colo, aunque en el fondo me sienta un mal hincha cada vez que la distancia juega en mi contra.   

Y este sentimiento de frustración y desasosiego que no cesa o esa sensación de lejanía que produce mirar un horizonte nublado, no podrán conmigo. Soy fuerte, aunque en ocasiones el dolor de un jardín repleto de espinos decrete lo contrario.

Cuando el próximo martes Chile se la juegue a una carta contra Venezuela, de nuevo sabré que me toca bailar con la más fea. Y a aunque para cuando esta columna salga al aire la tormenta haya amainado, doy por hecho que llegaran más, bien bajo el nombre de Chile, bien bajo el de Colo-Colo.  

FUERZA ALBA / FUERZA CHILE  

Imagen: Colocolo.cl

 

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