|COLUMNA| Peligrosamente Guede
DESDE ESPAÑA CON AMOR
*Columna escrita horas antes del U. de Chile vs. Colo-Colo del sábado recién pasado*
A horas de dirimir por parte de Colo-Colo un nuevo clásico chileno, me pongo manos a la obra de cara a esta nueva entrega semanal y cuyo tema estrella (en un principio) versará sobre la figura de nuestro míster, Pablo Guede.
- A toda la república colocolina (frase de Danilo Quinteros que hago mía)cuyo suspiro por ver como la estrella 32 aterriza en nuestra casa es perceptible hasta en Saturno;
- A quienes forman parte de este reducto de opiniones en libertad llamado @SomosChileRadio y @DaleAlbo;
- A cuant@s habitan en mesas separadas pero no les da miedo unirlas;
- Y a mi club de fans (va siendo hora de crearlo, jejeje):
Sean bienvenid@s a este espacio donde el tiempo se ensancha, las opiniones son compartidas y la fuerza de las letras no son utilizadas para avasallar ni atropellar.
Autor | José Pena Monreal Follow @QuincyChile
Imagen extraída de prensafútbol.cl
EL PUNTO MÁS DÉBIL
“Peligrosamente Guede” no quisiera en forma alguna ser un arrebato dirigido contra nuestro entrenador actual. Tampoco quiere marcar distancias con quien es la cabeza de un proyecto que contra Huachipato y Deportes Iquique pareciera tambalearse.
Sería jugar sucio y remar a favor de corriente ahora que su pedestal se encuentra algo resquebrajado e inestable. Pablo Guede sigue teniendo mi crédito personal, pero con ello jamás obtendrá un cheque en blanco y máxime si a través de la distancia observo formas y aptitudes que en modo alguno puedo ni debo pasar por alto.
Si bien es cierto que Guede me tiene desconcertado a día de hoy, también lo es el reconocimiento a su labor al frente de Colo-Colo. Pero hay cosas, situaciones y acontecimientos que emborronan poco a poco una credibilidad por mi parte cada vez más volátil y quebradiza.
Partamos de un hecho para poder entender mucho mejor esta columna: nunca me gustó jugar a ser entrenador y menos cuando las cosas se tuercen y no van por el camino soñado. Reconozco que a lo largo y ancho de mi vida tentaciones tuve más de una vez en entrar en ese juego, pero al final reprimía mis impulsos una vez llegado al convencimiento de que en esto del fútbol el ser más débil y desprotegido siempre apunta al mismo sitio.
Que a nadie le pille a contracorriente ni saque conclusiones erróneas por lo que a continuación van a leer. Ni me estoy cubriendo las espaldas ni pretendo hacer de la hipocresía un arte. Quiero dejar por sentado, que bajo ningún concepto deseo la destitución de Pablo Guede aunque el clásico se pierda por 4 a 0.
Cuando hablo de la fragilidad de un entrenador no lo hago de oídas. Saben de mi pasión por este deporte y de mi constante de atravesar lo meramente deportivo y adentrarme en todos y cuantos submundos adornan su periferia.
No estamos en el caso (todavía) de pedir la cabeza de Guede. Tal vez porque en este deporte la cordura tiende a saltar por los aires o quizás debido a una desmesurada industrialización del fútbol, lo cierto es que la espada de Damocles siempre prende amenazante sobre quien lleva los galones de ser la cabeza visible de un equipo.
Concuerdo plenamente con la famosa frase “es más fácil echar al entrenador que a once jugadores”, e incluso manifestar no estar totalmente de acuerdo con las palabras que un día, nuestro querido Manuel Pellegrini pronunciara:”es muy fácil echar al entrenador, pero no es el diagnóstico correcto”. La discrepancia surge por mi parte al entender que hay casos y casos.
La historia sigue siendo tozuda y por regla general un cambio de entrenador en plena campaña tiene el mismo efecto que un cubito de hielo expuesto al sol. Y eso que dentro de las leyes no escritas del fútbol se acuñó hace tiempo el tan traído eslogan:”a entrenador nuevo, victoria segura”. Si eso fuese cierto, habría equipos cuyo número de entrenadores por temporada sería de uno por mes y siendo generosos.
HUBO UN TIEMPO…
Hubo un tiempo que Pablo Guede representó la esperanza del pueblo de Arellano de volver a la senda de la gloria, tanto a nivel nacional como fuera de las fronteras chilenas. No hace tanto su figura era intocable a pesar de retrasar la venida de la 32 y el desplome emocional que supuso en la hinchada alba la ruina de Copa Libertadores’ 2017. Aquel infausto recuerdo y los errores cometidos por nuestro DT fueron medio olvidados a medida que el Clausura se venía encima.
De aquellos tiempos de indultos queda poco. Son cada vez más el número de hinchas clamando por ver a Guede fuera de Colo-Colo. Tal vez porque su manera de ver el fútbol se haya vuelto resultadista o no crean en proyectos a corto y medio plazo, lo cierto es que su voz se alza cada semana más poderosa.
De quienes no debemos hacer caso es de esos voceros que hasta las propias victorias la convierten en derrotas. Estoy plenamente de acuerdo en la libertad de cada cual a la hora de lanzar sus pensamientos sobre el acontecer de nuestro equipo. ¡Faltaría más! Pero de ahí a incendiar el gallinero el tramo es enorme. Porque si el plan de vuelo consiste en sacar la guillotina a cada traspiés, lo más seguro es que jamás emprendamos el despegue.
BAJO PRESIÓN
Hasta qué punto Pablo Guede es capaz de soportar la presión no lo tengo claro. A veces estimo se le olvida mirar al pasado para corregir errores. En función del resultado final, Guede presenta dos caras bien diferenciadas en las ruedas de prensa posterior a un encuentro. No es la primera vez que tiene encontronazos con los medios de comunicación, bien sea bajo el desplante-como ocurrió después del caer derrotado ante Deportes Iquique- o mediante el enfrentamiento directo con periodistas cuyas preguntas y/o formulaciones le incomodan.
Mala tarjeta de visita es tener que otorgarle el “premio naranja” tras una victoria como el “premio limón” cada vez que hay una derrota. En este aspecto presenta síntomas de un infantilismo insensato en alguien que se le supone es un ser inteligente y con la cabeza bien amueblada.
Puede que la distancia restringa la realidad existente, pero en mí se instaló hace tiempo el pensamiento de que Pablo Guede, cuando se siente acorralado y presionado utiliza la soberbia como escudo protector. Aparece bloqueado mentalmente y abusa de esta vía de escape sin reparar en las consecuencias de sus palabras o actos. No mide bien sus reacciones y, esto en el fondo, es un enorme lastre que le resta credibilidad de cara no sólo a los periodistas sino también sobre los socios e hinchas alb@s.
El transandino diera la impresión de no manejarse adecuadamente bajo presión. El cielo se le oscurece. Confunde y se confunde. Toma toda crítica como si se tratase de un ataque personal. Tiende a la huida sin saber que tirar por la calle del medio es pisar un campo minado. Si se encona contra quienes le cuestionan tal o cual planteamiento o le señalan sus posibles errores, debe dar por sentado lo siguiente: la prensa, se quiera o no, a veces busca más hacer sangre que ser objetiva y justa, y más en esto del fútbol, pero en modo alguno son los artífices de sus resbalones.
Guede debiera dar por seguro una cosa para nada baladí. Si les buscas las cosquillas la reacción de éstos no se hará esperar. Le estarán aguardando y a la mínima saltarán a su yugular. No digo que se esté jugando el puesto, pero una mala prensa (justificada o no) tiene su poder y sus propias armas. La pésima imagen ofrecida en el Municipal de Cavancha no fue un ejemplo de profesionalidad ni saber estar.
El “puto amo” no creo ignorase dónde se metió al aceptar el reto de dirigir al conjunto más laureado de Chile. Estimo tiene la capacidad suficiente como para discernir que no es lo mismo ser preparador en Palestino que en Colo-Colo. Los roles son totalmente diferentes. En el cuadro árabe el aire a respirar puede no sea tan denso al existente en Macul.
Y si la atmósfera es más liviana en La Cisterna y la presión ejercida es mucho menor tal vez se deba a que los niveles de exigencia sean menores. En el CD Palestino no existe la obligatoriedad de ganar títulos por decreto histórico, ni para seguir marcando jerarquía o reafirmarse como uno grande de Chile. Allí los triunfos tienen otra tonalidad y las derrotas otro color.
Todo cuanto digo y comento sin menosprecio al conjunto baisano cuyo respeto y cariño están fuera de dudas. Las posibles tormentas que pudo pasar Pablo Guede en dicho equipo no tienen equiparación con los huracanes que de vez en cuando asolan las tierras de Arellano. Y este pequeño detalle parece no asumirlo de buena gana quien por ahora está a los mandos de la nave alba.
TOMA DE DECISIONES ERRÓNEAS
No pongo en duda su talento, ni su dedicación plena, ni su trabajo, ni su esfuerzo. Es más, reconozco en él sus conocimientos y lo sacrificado de su labor. Los resultados saltan a la vista, pero, a lo largo de este curso Guede muestra en ciertas ocasiones deficiencias que le hacen no estar a la altura de las circunstancias.
Casos como el asunto Paulo Garcés y su enigmática y errática respuesta sobre el futuro del arquero, denotaron una falta de cintura más propia de un novato que de alguien sumido en un proceso de crecimiento, como es el caso del bonaerense.
Al mismo tiempo se muestra demasiado atrevido a la hora de confeccionar alguna que otra plantilla, dando lugar a situaciones contra natura en cuestión de reordenar al equipo en la cancha, desbaratando y descolocando los perfiles propios de cada jugador. Desnaturaliza la esencia de Colo-Colo en función del contrario en vez de establecer un patrón de juego permanente y ampliamente reconocido.
No tiene pies ni cabeza lo intentado por Guede en Iquique con su revolucionaria puesta en escena. Ni cabe en cabeza alguna hacer de un muchacho de 18 años (Branco Provoste) el remedio a todos los males por él fabricados. Con un Gabriel Suazo que no tuvo su día y un Iván Morales perdido y fuera de lugar, el resultado global fue una derrota dolorosa que convirtió de manera automática una pequeña final ante Universidad de Chile en toda una finalísima.
Los errores pueden pagarse muy caros cuando el tiempo de reacción es mínimo. Obsesionado (creo es la palabra adecuada) como está Pablo Guede por la multifuncionalidad y polivalencia de cada miembro del plantel, construye alineaciones que hasta el menos espabilado ve indicios incongruentes. En varias ocasiones las lecturas que nuestro entrenador hace de los partidos en la previa y su manera de prepararlos y afrontarlos, indican una nula capacidad de adaptar al equipo para la batalla que se avecina sin perder la esencia.
Luego tenemos los casos de Hardy Cavero y Christopher Gonzales, reclamados con urgencia por nuestro DT para, en el caso del primero, permanecer inédito, y con el peruano, de los últimos siete encuentros del Clausura, disputar unos pocos minutos en tierras de Temuco. Todo aderezado con un desfile de lesiones que ni por esas les otorgaron a ambos crédito alguno.
De los nuevos fichajes desconozco hasta qué punto Pablo Guede fue partícipe en su contratación, pero cuya presencia es testimonial lo atestiguan sus números. Mark González, de diez envites oficiales lleva dos titularidades (Deportes Temuco y Deportes Iquique) y ninguno los llegó a concluir. Pedro Morales, por su parte, tiene exactamente el mismo registro, con la salvedad al menos de haber disputado saliendo del banquillo los encuentros contra Botafogo. Fernando Meza gozó de minutos y notoriedad a principios de año, pero desde la fecha 4 hasta la 8ª tan sólo ha disfrutado de un puñado de segundos allí por tierras del norte y saliendo de suplente.
SENTADOS EN EL REVERSO DE LA MONEDA
Ahora que se vino el clásico es de esperar que en Guede no se vuelva clásico improvisar alineaciones y tropezar en la misma piedra. Sería nefasto tanto para el mencionado como para nuestro equipo.
Nuestro DT fue cocinero antes que cura. Debiera entender que haber sido un buen futbolista en su día o incluso alcanzando el estatus de estrella, no otorga inmunidad a nadie cuando uno salta del césped a los banquillos.
Tiene numerosos ejemplos donde mirar. Grandísimos jugadores que marcaron una época sufren en sus carnes las dificultades de un trabajo diametralmente distinto al que ejercían sobre un terreno de juego.
Diego Armando Maradona sabe de fracasos sonados cuando permutó el verde tapiz por el frío asiento de un banquillo. Como él, unos cuantos más se encuentran en esa nómina donde el fútbol no da tregua, se vuelve insensible y desmemoriado, no entendiendo de pasados gloriosos ni admite concesiones.
Los ingleses Alan Shearer y Bobby Moore; los españoles José María Bakero y Charles Rexach, vinculados al FC Barcelona, o el paradigmático caso de Miguel Ángel Lotina, con dos descensos consecutivos de Primera División a Segunda (Deportivo de La Coruña en 2011 y Villarreal CF en 2012) son ejemplos vivos del furor con que el fútbol dicta que no es no.
El listado de damnificados es amplio. Hay modelos donde escoger y no aburrirse. En Holanda nos encontramos con los casos de Ruud Gullit, Marco van Basten y Clarence Seedorf. En Francia tenemos al hoy denostado Michael Platini y del ex del Real Madrid y Chelsea FC, Claude Makélélé, actualmente ejerciendo como ayudante del primer entrenador (Paul Clement) en el Swansea City de la Premier League.
Igual de ingrato se muestra el fútbol con las carreras de entrenador como es el caso del italiano Fabrizio Ravanelli, contratado el 8 de junio de 2013 como míster del equipo francés del AC Ajaccio y despedido 12 partidos después. El otrora máximo exponente del fútbol búlgaro, un tal Hristo Stoichkov, también sabe lo que es beber el veneno de un deporte sin compasión.
Por Alemania tenemos a Lothar Matthaus, todo un icono del futbol germano como futbolista. Tiene en su poder (junto al mexicano Antonio Carbajal y el italiano Gianluigi Buffon) el haber disputado cinco mundiales, los que van desde 1982 a 1998. Disputó cuatro Eurocopas, (1980-2000), proclamándose campeón en la primera edición disputada. Además de todo esto tiene en su poder el récord de mayor cantidad de partidos disputados en unos Mundiales de Fútbol, con un total de 25 participaciones. Y ni por esas logra alcanzar, por el momento, la brillantez demostrada en las canchas de juego cuando se pone el chándal de preparador.
CAMINOS POR ANDAR
Escribo esta columna a escasas horas de que Universidad de Chile y Colo-Colo se vean las caras en el Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos. Sea cual fuere el resultado final en modo alguno variaré ni rectificaré una coma de este trabajo. Esto es debido a que lo esencial era mostrar algunas conductas y toma de decisiones de un Pablo Guede sumido como está en labrarse un futuro digno como adiestrador.
Es joven y todo un porvenir por delante. Puede que todavía se encuentre en ese periodo de aprendizaje tras recalar en un club importante, serio y respetado (a pesar de quien nos gobierna) donde el perder no tiene cabida y el triunfo es su propia esencia.
Sólo deseo transmitir desde estas líneas el convencimiento de que con Guede al mando se pueden alcanzar la gloria que nunca perdimos. Que su carrera como DT no se detenga en el primer apeadero a sabiendas de cómo se las gasta un deporte, el fútbol, que tan pronto te guía hacia el paraíso como meses después te hace andar descalzo en pleno desierto.
FUERZA ALBA
*Columna dedicada a @OponceGaete tras el fallecimiento de su padre y a Rocío Yáñez Verdugo, siendo esta la segunda ocasión que hago tal mención, en reconocimiento a su labor como entrenadora y persona emprendedora y rupturista con los patrones sociales establecidos.
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