Columnas DESDE ESPAÑA CON AMOR 

|COLUMNA| Generaciones perdidas

DESDE ESPAÑA CON AMOR

Autor | Jose Luis Pena Follow @QuincyChile

Una de las cuestiones que tiene preocupado a más de un corazón en Chile es saber hasta dónde aguantará La Roja estos gloriosos y fantásticos años vividos. Las dudas se centran en averiguar si el fútbol chileno dispone de la suficiente fuerza y medios como para poder sustituir a figuras de talla mundial como Claudio Bravo, Alexis Sánchez o Arturo Vidal, por citar la columna vertebral de un combinado nacional que pasó de la mediocridad al reconocimiento mundial partiendo casi de la nada.

Es mi intención no ser extremadamente pesimista en este nuevo trabajo ni ejercer de clarividente charlatán. Tan sólo pretenderé adentrarme en algo que viene siendo tónica general en el fútbol de siempre, consistente en el vacio creado en no pocas ocasiones en equipos y selecciones de fútbol cuando una generación victoriosa ve apagar su fulgor y los recambios no aparecen o no funcionan.       

Estimada república colocolina; a quienes hacen de @SomosChileRadio y @DaleAlbo los  portavoces de un sentir a base de esfuerzo y sacrificio; a mis amistades neutrales que teniendo su propio corazón aceptan de buen grado el mío; a cuantas personas hicieron de la lectura de mis trabajos casi una experiencia religiosa, como diría aquel:     

Sean bienvenid@s a este estudio cuyo fin primordial consistirá en viajar por las esquinas del tiempo para comprobar que la continuidad de generaciones de oro en el fútbol es un camino recubierto de espinos claramente marcado por unos finales de ciclos que difícilmente suelen ser rellenados.

DE LA GLORIA AL INFIERNO

A lo largo de la historia de este magno deporte han surgido un buen montón de jugadores que, agrupados en torno a un equipo o selección, llegaron a saborear las mieles del éxito y convertirse en referentes a futuras generaciones de futbolistas. Pasaré por alto la valía y calidad individual para centrarme en el colectivo, que es de lo que se trata cuando el pueblo chileno se interroga hasta dónde alcanzará la selección nacional a continuar por esta senda plagada de magia y triunfos.    

Las bases para entender el funcionamiento de planteles que un buen día salen del anonimato y juntos se convierten en leyenda son amplias y variadas. No existe un patrón único que pueda esclarecer el misterio. Más bien nos encontramos ante la concatenación de múltiples variables que gravitan entre el trabajo serio de los responsables de las categorías inferiores y ese toque de suerte que permite reunir en torno a una escuadra un buen número de genios del balón.       

El fútbol, curiosamente siendo un deporte de equipo, se nutre de grandes individualidades. A través de recorridos quebrados y zigzagueantes puede darse el caso de que el número de figuras por metro cuadrado supere la media y nazca una de esas hornadas de futbolistas inolvidables, cuya historia traspasa los límites de lo propio para transformarse en uno más del grupo, donde el compañerismo, la solidaridad y el esfuerzo en común alejan egocentrismos y el afán de notoriedad personal.       

Unos de los problemas generados cuando una promoción de jugadores logra saltar las barreras de lo simple y hacen del fútbol una obra de arte es precisamente su fecha de caducidad. La historia del fútbol es rica en plantillas, da lo mismo que estemos hablando de clubes o  selecciones, donde una vez pasado los tiempos del diálogo con los ángeles, los equipos entablan un monólogo que choca frontalmente con los ecos de un pasado esplendoroso.   

No es cuestión de hacer un listado enorme de equipos y/o selecciones por los cuales ni tan siquiera hubo un tiempo de transición entre la gloria alcanzada y el feo presente que llegaron a sufrir. Puesto que me considero un “experto” en cuanto a selecciones de fútbol se refiere y al hilo de los logros de La Roja, es mi propósito escudriñar con ustedes algunos claros ejemplos de cómo después de una generación dorada, donde se tocó el cielo, la ausencia de continuidad propició un descenso a los infiernos.     

HOLANDA

(La “Naranja Mecánica”. Revolucionaria y legendaria generación)

No fue hasta mediados de la década de los años 70 cuando el fútbol holandés a nivel de selección adquirió brillo y esplendor. Antes del mundial de Alemania Occidental de 1974, Holanda sólo había disputado uno. Hay que remontarse a Italia’ 1934 para ver inscrito su nombre en el mayor espectáculo futbolístico de mundo. Su paso por aquella Copa del Mundo no hizo historia al quedar en la posición undécima del campeonato.      

Tuvieron que pasar 40 años para poder ver jugar al equipo de los tulipanes en la máxima competición entre selecciones. Y el reencuentro fue memorable. De la nada, desde el más absoluto silencio, en aquel torneo celebrado en la parte oeste de una Alemania dividida en dos, nacieron dos conceptos que transformaron la esencia del fútbol, íntimamente ligados y cuyo legado aun se recuerda y se intenta imitar.   

Por un lado apareció el término “fútbol total”, ese cuya premisa consistía en hacer que los 10 jugadores de campo defendieran y atacaran al mismo tiempo. De aquella innovadora y maravillosa manera de entender el fútbol salió el apelativo de “Naranja Mecánica”, que se sigue recordando a pesar del tiempo transcurrido.       

Los holandeses, unos auténticos desconocidos, a base de tener un alto índice de posesión del esférico, de transiciones defensa-ataque veloces, de intercambiar posiciones, de presión asfixiante al contrario y un juego combinativo, rompieron los moldes de un fútbol encriptado entre la escasa evolución de los sistemas tácticos y el denominado fútbol control.     

Entre 1974 y 1980 los tulipanes de oro crearon escuela y ensancharon el fútbol mucho más allá de su pequeño territorio. Los registros de aquella colección de estrellas se resumen de la siguiente manera:

Copa del Mundo de Alemania Occidental’ 1974 (subcampeonato);

Eurocopa de Yugoslavia’ 1976 (tercer puesto);

Copa del Mundo de Argentina’ 1978 (subcampeonato);

Eurocopa de Italia’ 1980 (5º lugar).     

Holanda tuvo la desgracia, si se puede decir así, de haber disputado dos finales mundialistas contra los sendos anfitriones. En 1974 se vieron las caras ante la maquinaria germana en una final inédita donde la “Orange” fue la gran sorpresa. Con Rinus Michels como seleccionador, el equipo que inicialmente saltó al Estadio Olímpico de Múnich el día 7 de julio de 1974 fue el siguiente:   

(8)   Jan Jongbloed;

(12) Ruud Krol;

(17) Wim Rijsbergen;

(20) Wim Suurbier;

(2)   Adrianus Haan;

(6)   Wim Jansen;

(13) Johan Neeskens;

(14) Johan Cruyff (c);

(15) Rob Resenbrink;

(16) Johnny Rep;

(3)  Willem van Hanegem.  

Durante la final también saltaron al Olímpico uno de los hermanos van de Kerkhoff (René) y Theo de Jong.

Delicatesen para quienes amamos el fútbol en toda su extensión. De cuando una alineación se aprende de memoria porque escribieron con letras de oro una pequeña parte de la dilatada historia de un deporte que necesitaba cambios profundos. Desde el concepto de juego proporcionado y la puesta en escena que los pupilos de Michels desarrollaron, el fútbol fue visto con otros ojos. Rompieron con todo dando oxígeno y esperanzas de cambio. Y aunque perdieran la final (1-2) contra Alemania Occidental, su estrella nunca se apagó.   

Cuatro años después, casi el mismo plantel se volvió a plantar en la final de una Copa del Mundo. Fue en Argentina’ 1978, donde volvieron a sucumbir, esta vez por 3-1, pero con la huella del pasado intacta para seguir haciendo historia. Con las ausencias de Rijsbergen, Cruyff y van Hanegem, el resto repitió final. Con las incorporaciones de Jan Poortvliet, Ernie Brandst y Willy van de Kerkhoff y Ernst Happel de entrenador, aquel 25 de junio de 1978 el fútbol se volvió retorcido y negó una vez más la gloria a quienes reinventaron y engrandecieron un deporte lleno de clichés y tabúes.     

Pero no hubo continuidad. De aquella estela fulgurante se pasó en poco tiempo al descalabro futbolístico. La generación de aquellos años 70 no tuvo una respuesta adecuada. Tal es así que el nuevo ciclo emprendido por Holanda fue una travesía por el desierto. Basta recordar sus ausencias en los siguientes mundiales de España’ 1982 y México’ 1986 y el pésimo decimoquinto lugar ocupado en Italia’ 1990, aunque dos años antes naciera, para asombro del mundo, una nueva “fábrica” de hacer fútbol que hicieron campeona a una Holanda resucitada.   

(2ª generación de campeones)

Con una Holanda que no encontraba las teclas necesarias para recomponer y restaurar el brillo de antaño, fue de nuevo bajo el control de Rinus Michels, cuando en 1988 se dio a descubrir al mundo esa especie de “Naranja Mecánica 2”, tras la cual se escondían años y años de tristeza.    

Nos trasladamos de nuevo al Estadio Olímpico de Múnich 14 años después de aquella primera final mundialista. El escenario el mismo, rival diferente y un torneo, la Eurocopa de Naciones organizada por la extinta Alemania Occidental en 1988. Todo el mundo soñaba con la repetición de aquel envite, pero los acontecimientos se precipitaron al verse las caras en semifinales. La venganza estaba servida. El morbo sobrevoló Europa y el mundo. Millones de personas pegados a un aparato de televisión para presenciar el duelo reeditado entre la siempre fiable “Mannschaft” y la nueva generación holandesa dispuesta a superar sus limitaciones. Lo ganaron los holandeses por 1-2, accediendo de esta manera a una nueva final.  

El 25 de julio de 1988 quedó grabado en mayúsculas para los neerlandeses al ganar a la Unión Soviética por 0-2 aquella Eurocopa. Este fue el equipo que levantó la copa de campeones y que otorgó el primer título a Holanda:  

(1)  Hans van Breukelen;

(6)   Berry van Aerle;

(17) Frank Rijkaard;

(4)   Ronald Koeman;

(2)  Adrie van Tiggelen;

(7)   Gerald Vanenburg;

(20) Jan Wouters;

(8)  Arnold Mühren;

(13) Erwin Koeman;

(12) Marco van Basten;

(10)  Ruud Gullit.  

Desde una banca repleta de calidad también tuvieron su momento nombres ilustres como el de John van ‘t Schip (11), John Bosman (9) y Wim Kieft (14).

Pero esta generación, que sí alcanzó a levantar un título importante, con las lógicas altas y bajas, nunca pudo repetir los hitos a nivel planetario. Tras este título obtenido los siguientes retos fueron:

Copa del Mundo de Italia’ 1990 (15º puesto);

Eurocopa de Suecia’ 1992 (tercer lugar);

Copa del Mundo USA’ 1994 (7º clasificado).

A esta generación campeona se le fueron añadiendo nombres históricos como los del Danny Blind, Dennis Bergkamp, Rob Witschge, Aron Winter, Frank de Boer y Bryan Roy. Sus participaciones mundialistas fueron un fracaso y el mejor rendimiento lo obtuvieron en la Eurocopa disputada en Suecia, nuevamente bajo el mando del gran Rinus Michels, donde cayeron en semifinales ante la sorprendente Dinamarca.

Lo que luego vino fue una sucesión continuadas de caída y alzamientos, a modo de montaña rusa, donde la eterna búsqueda de la excelencia rozó en algunos momentos el éxito. En este sentido, Holanda siempre lo intentó. A cada año se sumaban nuevas perlas y estrellas en el firmamento, pero a pesar de la vitola de aspirante siempre moría en la orilla. Basta recordar su recorrido entre 1996 y 2016 para corroborar cuanto os digo:   

Eurocopa de Inglaterra’ 1996 (8ª);

Mundial de Francia’ 1998 (4ª);

Eurocopa de Bélgica-Holanda’ 2000 (3ª);  

Mundial de Corea del Sur-Japón’ 2002 (eliminada en la fase de clasificación);

Eurocopa de Portugal’ 2004 (4ª);

Mundial de Alemania’ 2006 (11ª);

Eurocopa de Austria-Suiza’ 2008 (6ª);

Mundial de Sudáfrica’ 2010 (2ª);

Eurocopa de Polonia-Ucrania’ 2012 (15ª sobre un total de 16 selecciones);

Mundial de Brasil’ 2014 (3ª);

Eurocopa de Francia’ 2016 (no clasifica a pesar de aumentar a 24 el número de selecciones participantes).  

(Una tercera generación. 1998-2004)

El periodo comprendido entre el Mundial de Francia’ 1998 y la Eurocopa de Portugal’ 2004 marcó la eclosión de otra gran generación de futbolistas, que por paradojas del fútbol, también se quedó a las puertas de todo. Con sólo citar el carrusel de nombres surgidos durante ese periodo podremos comprobar cual grande era aquella selección holandesa plagada de magníficos futbolistas.      

Bastaría recordar a Edwin van der Sar, Arthur Numan, Jaap Stam, Wim Jonk, Edgar Davids, Clarence Seedorf, Boudewijn Zenden, Dennis Bergkamp, Patrick Kluivert, Marc Overmans, Pierre van Hooijdonk, Michael Reiziger, Andy van der Meyde, Roy Makay, Sander Westerveld y Ruud van Nistelrooy para emocionarnos ante tanto talento suelto. Si bien a nivel colectivo y como selección no obtuvieron triunfo alguno, en lo individual si aportaron su correspondiente dosis de historia.   

(La generación de Sudáfrica’ 2010 y Brasil’ 2014)

Una nueva generación en ciernes. Las mismas maneras de entender y vivir el fútbol. Otro golpe de mala suerte cuando las puertas de los cielos deciden permanecer cerradas. Nuevas figuras e idénticos caminos al seguido por sus predecesores. Morir con las botas puestas buscando una manera de vencer al infortunio.   

En el Mundial celebrado en Sudáfrica en el año 2010, Holanda también partía como favorita para proclamarse por vez primera campeona del mundo. En la gran final de dicho acontecimiento quien les privó del triunfo fue España.   

De aquel grupo que finalmente obtuvo el subcampeonato en Johannesburgo y el tercer puesto cuatro años después en Brasil, destacaremos a los Giovanni van Bronckhorst, John Heitinga, Joris Mathijsen, Gregory van der Wind, Nigel de Jong, Marc van Bommel, Arjen Roben, Dirk Kuyt, Wesley Sneijder, Robin van Persie, Rafael van der Vaart y Klaas-Jan Huntelaar.  

Una generación que acabó abruptamente y de la peor manera posible tras la no clasificación de Holanda para la mega Eurocopa de Francia’ 2016, con 24 combinados nacionales (sobre un total de 54 federaciones) luchando por el título y las serias dificultades que está atravesando para acudir al mundial de Rusia’ 2018.   

POLONIA

(La Polonia de 1974 a 1982)

De las 20 ediciones celebradas de la Copa del Mundo, el conjunto polaco ha participado en siete de ellas. Su debut se produjo en el ya lejano Mundial de Francia’ 1938, donde logró terminar en el undécimo lugar. Después de esto nada que llevarse a la boca. Fútbol sinónimo de olvido, con sabor a fracaso permanente y sumido en el anonimato total.       

Este hecho se ve corroborado ante las estadísticas que Polonia muestra en la Eurocopa. En 15 ocasiones se ha disputado dicho evento y tan sólo en tres de ellas participó (2008, 2012 y 2016), con el agravante de ser, junto a Ucrania, la organizadora de la llevada a cabo en 2012.

Pero todo cambió en 1974.Consiguió clasificarse para dicho mundial y repitió experiencia en los tres siguientes. ¿Cuáles fueron las razones que indujeron a semejante salto? Sólo una. El nacimiento para el fútbol de una generación irrepetible de jugadores que hicieron historia y de la cual no hay atisbos de ser alcanzada ni igualada. Polonia, a día de hoy vive de aquellos recuerdos dado que su pasado reciente es un cúmulo de errores tras errores y cuyo presente parece mostrar otra cara. Pero de esto último ya hablaremos más adelante.     

El gráfico de aquella Polonia de mediados de los 70 y principios de los 80 se condesa en el siguiente resumen:

Mundial de Alemania Occidental’ 1974 (3ª plaza);

Mundial de Argentina’ 1978 (5º  lugar);

Mundial de España’ 1982 (3ª posición final).

¿Quiénes fueron los causantes de aquella revolución qué puso en el escaparate hasta el entonces deprimido fútbol polaco? Como es lógico pensar, tienen nombre y apellidos, que de buen seguro a los amantes del fútbol les sonará, aunque su escritura y pronunciación cueste Dios y ayuda describirlos.

Una vez clasificada para el Mundial, el sorteo la encuadra en el Grupo D, junto a Argentina, Haití e Italia. Pasaban a la segunda fase los dos primeros del grupo, por lo cual todas las quinielas otorgaban a argentinos e italianos el papel de favoritos. Pero aconteció lo inesperado. Polonia se reveló como una potencia futbolística en ciernes y dio la gran sorpresa. Estos fueron sus marcadores finales en la fase de grupos:      

15 de junio  (Polonia 3-2 Argentina);

19 de junio  (Haití 0-7 Polonia);

23 de junio (Polonia 2-1 Italia).

El combinado polaco acabó primera de grupo con 6 puntos (la victoria otorgaba por aquel entonces dos puntos y no tres como ahora), seguida de Argentina e Italia con tres unidades. Alcanzaron los argentinos la segunda fase gracias al mejor balance entre goles a favor y en contra.   

¿En qué consistía la 2ª Fase?

Fue una novedad implantada por FIFA con el consentimiento del comité organizador. Las 16 selecciones clasificadas fueron agrupadas en 4 grupos  (A, B, C, D) de 4 equipos. Como en el caso polaco, los dos primeros de grupo accedían a una segunda ronda donde los ocho supervivientes eran divididos a su vez en otros dos grupos (1 y 2). Los vencedores disputarían la gran final y los segundos clasificados el partido por el tercer y cuarto puesto.     

El cuadro polaco quedó encuadrado en el Grupo 2, siendo estos sus registros:  

26 de junio (Suecia 0-1 Polonia);

30 de junio (Polonia 2-1 Yugoslavia);

3 de julio (Polonia 0-1 Alemania Occidental).    

Como consecuencia de estos resultados, el equipo anfitrión quedó primero con 6 puntos y Polonia con 4, lo cual significaba que los germanos occidentales disputarían la final contra el vencedor del Grupo 1 (Holanda) y Polonia se veía abocada a disputar el encuentro por el tercer puesto contra el segundo de dicho grupo (Brasil).  

La hazaña ya estaba conseguida. Polonia celebró por todo lo alto semejante hito y quedó citada con el futuro. Ahora el reto era vencer al Brasil de Leao, Dirceu, Jairzinho, Ze Maria y Rivelino. Lugar: el Estadio Olímpico de Múnich. Fecha: 6 de julio.      

Ante 74.100 espectadores la selección nacional polaca consiguió la victoria que tanto añoraba. Con gol de Lato en el minuto 76 de partido, Polonia se alzó con la tercera plaza del mundial, el mayor logro conseguido por una selección de dicho país. Las celebraciones en la cancha tras la finalización del encuentro y en toda Polonia demostraron la importancia de aquella victoria inesperada en el despegue definitivo de una escuadra acostumbrada a navegar por aguas pantanosas y ahora se veían subidos en un portaaviones.  

Nació una generación de hombres que cauterizaron las costuras de cientos de heridas producidas en mil y una batallas perdidas. Quienes grabaron a fuego que los humildes también podían ganar el cielo fueron los siguientes futbolistas que saltaron de inicio en aquel partido bajo la atenta mirada del entrenador polaco Kazimierz Gorski:    

(2)   Jan Tomaszewski;

(9)   Wladyslaw Zmuda;

(16) Grzegorz Lato;

(12) Kazimierz Deyna;

(17) Andrzej Szarmach;

(4)   Antoni Szymanowski;

(6)   Jerzy Gorgon;

(10) Adam Musial;

(13) Henryk Kasperczak;

(14) Zygmunt Maszczyk;

(18) Robert Gadocha.

El dorsal 17 Szarmach fue cambiado por el número 20, Zdzislaw Kapka y el 11, Leslaw Cmikiewicz sustituyó al número 13, Kasperczak.   

El recorrido establecido por esta promoción tuvo una continuidad fructífera. Reñidos con las fases de clasificación para las Eurocopas, el éxito obtenido en 1974 se prolongó por tierras argentinas en 1978.    

Dicho mundial fue calcado en cuanto a formato a desarrollar al de su antecesor. Polonia en la fase de grupos inicial recayó en el Grupo 2, donde se colocó líder con 5 puntos por delante de  Alemania Occidental (4), Túnez (3) y México (0). Esto le dio derecho a seguir participando en la segunda fase donde se encontró con Argentina (5 puntos), Brasil (5), terminando los polacos terceros al sumar 2 puntos y quedando Perú última de grupo con cero puntos en su casillero.

De la Polonia de 1974 repitieron experiencia mundialista en 1978 estos ocho integrantes de la selección: Tomaszewski, Szymanowski, Gorgon, Kasperczak, Zmuda, Deyna, Lato y Szarmach. El cambio generacional trajo consigo el afloramiento de nuevos elementos cuya valida quedó contrastada de aquí en adelante. El conjunto polaco armó un combinado donde se mezclaron veteranía con jóvenes valores. A las órdenes de un nuevo DT (Jacek Gmoch), entre las nuevas joyas polacas se encontraban dos con una proyección futbolística brutal (Zbigniew Boniek, 22 años y Andrzej Iwan, 18) a los que habría que sumar a Adam Nawalka (21) y Roman Wojcicki (20); dos proyectos consolidados (Wlodzimierz Mazur y Marek Kusto, ambos con 24 años) y dos veteranos que debido a diferentes circunstancias no acudieron a la cita anterior (Henryk Maculewicz, 38 y Wlodzimierz Lubanski, 31).   

(Mundial de 1982)

Tercer mundial consecutivo y tercer seleccionador a la palestra. El encargado de llevar las naves polacas a buen puerto fue Antoni Piechniczek, quien confeccionó una lista con tres veteranos supervivientes del Mundial de 1974 (Zmuda, Lato y Szarmach); cuatro de 1978 (Wojcicki, Iwan, Boniek y Kusto) y un nutrido grupo de nombres nuevos que pretendían recoger el legado de aquellas estrellas que hicieron grande el fútbol polaco.

Entre los nuevos descubrimientos de Piechniczek hallamos al portero Josef Mlynarczyk; a los defensas Marek Dziuba, Janusz Kupcewicz, Tadeusz Dolny, Pawel Janas, Piort Skrobowski, Jan Jalocha y Stefan Majewski. En la media a un tal Andrzej Buncol, acompañado por Waldemar Matysik, Andrzej Palasz y Wlodzimierz Ciolek. Por delante de todos ellos un extraordinario y talentoso delantero, Wlodzimierz Smolarek.    

De esta generación construida sobre dos generaciones anteriores no se tuvo noticia alguna una vez alcanzado el tercer puesto en España tras vencer 3-2 a Francia. Polonia entró en recesión futbolística y el declive fue manifiesto en su cuarto mundial seguido. En México’ 1986 cayó a la decimocuarta plaza, para acto seguido faltar a las cita mundialista de 1990, 1994 y 1998.

Tras estos fiascos logró colarse entre los participantes en los Mundiales de 2002 (25º lugar) y 2004 (puesto 21). Su apagón definitivo quedó claramente demostrado cuando fue incapaz de alcanzar las fases finales de Sudáfrica’ 2010 y Brasil’ 2014.  

En cambio si obtuvo presencia en las Eurocopas de 2008 (fue a parar al puesto 14º), 2012 (organizada en conjunto con Ucrania) donde fue eliminada en primera ronda repitiendo puesto y Francia’ 2016, donde volvió a surgir una nueva Polonia y terminó el torneo en séptima posición, resarciéndose de este modo en parte del fracaso total de la edición anterior.  

(Nuevos aires. Nuevas esperanzas)

Tras la Eurocopa de 2016 en Polonia empieza a asomar una generación de futbolistas cuyo recorrido parece ir en aumento. Pivotando en torno a la figura incontestable de Robert Lewandowski, una serie de gregarios de lujo le secundan camino de Rusia’ 2018. Jakub Blasczykowski, Krzysztof Maczynski, Arkadiusz Milik, Kamil Grosicki y Grzegorz Krychowiak parecieran haber encontrado el camino idóneo para reverdecer viejos laureles. Pero necesitan algo más. Ese algo más consiste en la proyección de nuevos talentos que den consistencia a un plantel veterano y cargado de experiencia, siendo este la piedra angular que todo equipo o selección necesita si se desea abrir horizontes.

Sin jóvenes valores salidos de las categorías inferiores, los más ilustres y quienes portan los galones de líderes verán mermadas su fuerza y velocidad a medida el tiempo pase. Necesitan apoyarse en esos chicos que los tienen de maestros, pero para ir despuntando progresivamente se requiere calidad e ir adquiriendo experiencia a base de participar en conjuntos cuyas metas sean más ambiciosas. Sólo así y tener un buen DT que sepa exprimir todas las cualidades de un jugador, Polonia (y quien no es Polonia) podrán alcanzar hitos inimaginables tiempos atrás.    

CHILE

Durante prácticamente toda su existencia la selección nacional de Chile fue un compendio donde primaba básicamente algunas buenas individualidades en detrimento del equipo. Los Iván Zamorano, Carlos Caszely, Patricio Yáñez, Marcelo Salas, Elías Figueroa, “Chamaco” Valdés, Jaime Pizarro o Nelson Tapia (por citar algunos ejemplos) fueron esas islas aisladas en medio del océano por no tener puentes suficientes que les unieran al continente.   

Afortunadamente esto empezó a cambiar allá por 2010. El resultado es por tod@s conocido, de igual forma que podemos poner nombres y caras a quienes obraron el milagro. El peligro actual es saber encontrar los recambios necesarios para suplir a unos veteranos cuyas piernas pesan cada vez más debido, no sólo a la edad, sino a la carga excesiva de partidos por temporada.   

(Pizzi y la lista para Copa Confederaciones)

Juan Antonio Pizzi ha confeccionado una selección netamente veterana de cara esta Copa Confederaciones. De los 23 integrantes, 10 de ellos superan los 30 años (Bravo, Silva, Fuenzalida, Vidal, “Tucu” Hernández, Beausejour, Jara, “Chelo” Díaz, Puch y Herrera), mientras que los jóvenes se centra en tan sólo cuatro (Enzo Roco y Ángelo Sagal, con 24 años y Paulo Díaz junto a Martín Rodríguez con 22). El resto navegando entre los veintitantos para arriba.   

Esto es lo preocupante de cara al futuro. La edad de La Roja es elevada. El cambio generacional no está del todo claro viendo el plantel presentado por nuestro DT. Cierto es que se gana con este plantel veteranía y galones ante selecciones potentes, pero el futuro queda seriamente amenazado.  

Peligro. Mucho peligro entraña no sacar a jóvenes promesas. Si la cosa prosigue de esta manera, el futuro de Chile a nivel de selección puede convertirse en un solar donde edificar será casi imposible. Debe revertirse esta tendencia de envejecimiento progresivo cuando sabemos de memoria que en el fútbol las generaciones espontáneas no existen.

PREGUNTAS Y REFLEXIONES

Me hago preguntas tales como: ¿Chile invierte adecuadamente en el fútbol base? ¿Cómo es posible crear futuros si en Copa Confederaciones Pizzi sólo dispone de dos sub’ 23? ¿Sirve de algo la normativa que obliga a los clubes chilenos a que jueguen juveniles durante un porcentaje de minutos en cada torneo?   

La última vez que Chile se aseguró su presencia en un Mundial Sub’ 20 fue en Turquía’ 2013. De aquellas jóvenes promesas nacidas entre 1993 y 1995 ninguna, repito, ninguna, está en Rusia’ 2017. Darío Melo, Felipe Campos, Valber Huerta, Igor Lichnovsky, Felipe Mora, Nicolás Maturana, Ángelo Henríquez, Bryan Rabello, Nicolás Castillo, Claudio Baeza y Álvaro Salazar (por citar sólo algunos)  no tienen presencia en el combinado absoluto salvo alguna forma testimonial.           

Chile subsiste y se hizo fuerte gracias a las camadas salidas tras los Mundiales Sub’ 20 de Holanda’ 2005 y Canadá’ 2007, sobretodo de esta última, donde emergieron las poderosas figuras de Mauricio Isla, Gary Medel, Alexis Sánchez y Arturo Vidal. El arquero titular de aquella selección fue el hoy tercer portero de la absoluta, Cristopher Toselli. Buena cosecha la lograda por tierras holandesas y canadienses, pero cuyo progreso se está viendo afectado al no haber una sucesión continuada de nuevos valores.   

Sería traumático comprobar que el tren de Rusia’ 2018 (si se logra la clasificación) entrase en vía muerta y con ello todo un futuro a medio plazo altamente comprometido. Se necesita con urgencia que alguien tome cartas en el asunto, no vaya a ser que de tanto mirarnos el ombligo acabemos tod@s por quedarnos ciegos.   

FUERZA ALBA / FUERZA CHILE     

Comentarios

Comentarios

Related posts