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|COLUMNA| Números fríos y corazón caliente

DESDE ESPAÑA CON AMOR

Estimado pueblo de Arellano; compañeros de @SomosChileRadio y @DaleAlbo; de quien tiene a bien amar a su propio cielo y entusiastas de las lecturas enrevesadas, rebuscadas y dilatas tanto en forma como en longitud:  

En esta ocasión me pondré en manos de una ciencia que busca la exactitud mediante el empleo de los números y las estadísticas. Al menos en esta primera parte de columna me transformaré en ese analista frío, calculador, distante y pragmático que llevo dentro. Estarán pensando que analista lo soy en la gran mayoría de mis trabajos, pero conviene aclarar que todo proceso analítico no es igual ni tiene la misma carga emocional en función del tema a desarrollar.   

Dividiré el trabajo de esta semana en dos segmentos. Uno versará sobre el recién concluido Clausura’ 2017, en plan general, mientras el segundo irá encaminado a escrutar y profundizar el recorrido vital que Colo-Colo dispuso para nosotros en este torneo que ya es historia.

Así, por un lado haré registro de cuantos datos y reseñas me parecieron ser lo suficientemente llamativos una vez finalizados el Apertura’ 2016 y Clausura’ 2017. El objeto de este estudio se encuentra en el análisis de la denominada “tabla acumulada” y en los vaivenes existentes entre algunos de los conjuntos intervinientes en ambos campeonatos.    

Después de esto vendrá ese otro análisis cuyas líneas maestras girarán en torno a nuestro equipo. Pero en este capítulo, los números perderán presencia importante, para recrearnos en aspectos y acontecimientos que acompañaron en esencia a Colo-Colo en el Clausura’ 2017.  

Autor | José Luis Pena Follow @Quincychile

PRIMER ANALISIS (Apertura’ 2016-Clausura’ 2017)

Esta será la segunda ocasión en la cual me enfrasco a la hora de examinar aspectos curiosos producidos en algunas escuadras durante ese periodo de tiempo que vendría  a equivaler a toda una temporada completa según los parámetros llevados acabo en la gran mayora de  torneos domésticos celebrados en el mundo. De aquel primer intento no lo busquen en mis trabajos puesto que salió a la luz por otro canal de comunicación.   

Lo primero que me llama la atención es la distancia en puntos establecidos entre el 5º y el 6º puesto en la tabla acumulada. O’Higgins con 48 puntos marca la frontera  entre los primeros de la clasificación y el grupo de conjuntos que siempre navegó por aguas intermedias sin otra ocupación que no pasar apuros a la hora de mantener la categoría, aunque en esta ocasión con el descenso únicamente de un equipo, la emoción se perdió en la mediocridad.

San Luis de Quillota, con una suma global de 39 unidades marcó una clasificación apretada pero insustancial de cara a otros intereses, si exceptuamos a Cobresal, equipo descendido que finalmente obtuvo unos paupérrimos 24 puntos que lo alejaron de la permanencia en siete puntos, en concreto a los 31 obtenidos por un desangelado Santiago Wanderers, que de no haber mediado la norma de un sólo descenso, ahora sería equipo de Primera B.    

Llama poderosamente la atención que sea Universidad Católica quien finalmente acabara por ocupar el primer puesto en la tabla acumulada, cuando en el Clausura’ 2017 acabó en 4º lugar. Pero de esto ya hablaremos más adelante. Siempre basándome en dicha tabla, vamos  a repasar algunos de los aspectos más interesantes que dejó su clasificación final.   

(Equipos con más goles a favor)

Goles son amores. El fútbol se sustenta en ellos. Los triunfos también. Sin su presencia pareciera que el espectáculo decayera, aunque esta norma no es cierta del todo. Los caprichos de este deporte pueden convertir en paradoja algunos resultados finales. Sencillamente porque hay empates a cero que no reflejan con exactitud lo ocurrido en el terreno de juego. Otros, en cambio, pongamos en su conclusión un 3-2, no pasaron de ser un evento pobre en juego donde predominó el error del contrario y poco más.

En este apartado lidera la clasificación Universidad Católica con 62 goles a notados en las 30 fechas jugadas, saliéndole un promedio goleador de algo más de dos tantos por encuentro, seguido de Colo-Colo (55), Unión Española (52) y el sorprendente Deportes Iquique con una anotación final de 51 tantos.  

(Equipos menos goleadores)

Si marcar un gol cuesta un mundo, en algunas escuadras se convierte en un auténtico potro de tortura. La ausencia de goles, y aquí da igual el status que se posea, abre las puertas de par en par a los desastres que la falta de definición suelen provocar. Quienes para su desgracia practicaron muy poco la siempre divertida y orgásmica danza del gol, fueron, por este orden: Deportes Temuco y Santiago Wanderers, ambos con 32 dianas en 30 encuentros, Universidad de Concepción (31) y Cobresal, cuyos lastimosos 30 goles le condenaron a vagar por el fondo de la clasificación.      

(Quienes candaron sus metas de la mejor manera posible)  

En el fútbol tan importante es saber anotar goles como no recibirlos. Sólo los campeones o los que suspiran por algo importante son capaces de mantener una buena diferencia entre el botín alcanzado y la profundidad en donde se enterró el cofre del tesoro.  

Dentro de este enigmático deporte existe una de esas reglas de oro que pareciera de perogrullo pero que en muchas ocasiones se da como olvidada, sobre todo en campeonatos ligueros y grupos de clasificación. Mantener la puerta a cero al menos otorga dos consecuencias directas: no perder y sumar como mínimo un punto.  

Aunque de nada sirvió al final, Colo-Colo entre ambos torneos fue el equipo menos batido, recibiendo un total de 33 goles. Con 35 se instalaron Universidad de Chile y O’Higgins y, algo más lejos, Deportes Temuco y Universidad de Concepción con 38 goles encajados.

(Los arqueros que recogieron más balones del fondo de su potería)

No siempre las estadísticas reflejan con exactitud lo ocurrido bajo los tres palos. Ser el portero más goleado en un campeonato o torneo no indica en ocasiones la realidad existente. Para llegar a ser el equipo más goleado no sólo interviene el aporte del guardameta. Se debe analizar en profundidad el tipo de jugadores que pueblan las defensas, las órdenes tácticas del entrenador y la calidad de quienes están por delante del único integrante de la plantilla que puede utilizar las manos en el juego.

Yo, por ejemplo, no pondría de forma sistemática una defensa adelantada si la media de la defensa superase los 31 años debido a que los tiempos de reacción y explosión final no son idénticos a cuando se tiene 25. La experiencia adquirida no bastaría para frenar ataques en cadena o contragolpes donde factores como rapidez y reflejos son fundamentales para abortar ocasiones manifiestas de gol del contrario.    

En este punto quisiera hacer un alto en el camino para intentar explicaros el proceso dual que se establece cuando un portero recibe un buen puñado de goles y su auténtica valía. Este año en el campeonato nacional de liga español (Liga Santander, por razones de patrocinio) el guardameta más goleado fue un viejo conocido de la afición chilena, Guillermo “Memo” Ochoa, (México, 1985), el mismo que fue alcanzado por siete misiles de La Roja en la pasada Copa América Centenario.   

Pues bien, a pesar de ser considerado por quien suscribe esta columna como uno de los mejores arqueros del panorama actual, tuvo la desgracia de ser cedido por el Málaga CF al también conjunto andaluz del Granada CF, equipo que en esta temporada 2016-17 recién concluida perdió la categoría y descendió a la 2ª División. Ochoa disputó los 38 encuentros completos de dicho campeonato, recibiendo un total de 82 goles en contra, toda una barbaridad si nos atenemos única y exclusivamente a los números.  

Pero, y aquí esta el quid de la cuestión, a pesar de tener que hacer un recorrido hacia el fondo de su portería en más de 80 ocasiones, también se convirtió en el arquero con más intervenciones  decisivas del torneo, superando las 160. ¿Se imaginan qué hubiese sido del conjunto nazaríe – como son popularmente conocidos los granadinos – sin las intervenciones del mexicano? Fue a todas luces el elemento más valioso de una plantilla condenada al fracaso.  

Por esto y otras muchas variables los números en el fútbol no siempre marcan con exactitud y claridad meridiana todo lo ocurrido, aunque para la estadística final mi querido  “Memo” Ochoa haya quedado como un pésimo guardavallas. Me resulta imposible establecer si los guardianes del gol de Cobresal (58 tantos en contra), Audax Italiano (51), Huachipato (49) y San Luis de Quillota (47) fueron o no los únicos culpables del devenir de sus equipos en los finiquitados Apertura’ 2016 y Clausura’ 2017. Fríamente y con estas cifras en la mano diera la impresión de su mal hacer, pero casos como el anteriormente citado hacen indicar que bien pudieran haber evitado males mayores para sus respectivos equipos.  

(Anecdotario: las grandes remontadas)

Hubo tres grandes remontadas entre ambos certámenes. Universidad de Concepción, partiendo desde el último lugar en el Apertura’ 2016 alcanzó la 3ª posición en el Clausura’ 2017, gracias a esos +10 puntos conseguidos en este torneo recién concluido.  Terminó el Apertura con 14 y fue capaz de sumar 24 en el Clausura. De rozar el desastre a instalarse en la parte noble de la clasificación.

Algo similar sucedió con el flamante campeón del Clausura, Universidad de Chile, que de sumar a su casillero 21 puntos en 2016 pasó a conseguir 30 (+9) y así alcanzar el triunfo final. Audax Italiano también remontó posiciones con un balance definitivo de 15/22, pasando del penúltimo puesto (15) a ocupar la plaza 7ª en este Clausura.   

(Anecdotario: los grandes hundimientos)

Las grandes debacles producidas en el Clausura las encontramos en los conjuntos de Universidad Católica (31 puntos contra los 23 obtenidos en este torneo, con un balance de -8) lo que condujo de campeonar el Apertura  a establecerse en el 4º puesto. Aun así, le dio para liderar la tabla acumulada.

Otro de los grandes fiascos lo hayamos en el CD Palestino, que de ocupar la 6ª posición en 2016 se tuvo que resignar a caer al lugar 14º, tras sumar sólo 14 unidades partiendo de los 21 con que arrancó el Clausura a efectos de la tabla acumulada. Esos -7 registrados entre torneo y torneo apunto estuvo de costarle muy caro al equipo árabe. Se salvó de la quema final gracias a un Cobresal pésimo en el Clausura, que paso de 16 puntos a sólo obtener 8. Un bagaje esmirriado que condujo al conjunto albinaranjo a dar con sus huesos en la Primera B.  

(Anecdotario final)  

No quisiera terminar este capítulo sin mencionar los dos equipos ascendidos en 2016 (Deportes Temuco y Everton de Viña del Mar) que mejoraron sus prestaciones en el Clausura con respecto al anterior campeonato, al sumar ambos un +6 en cuanto a puntuación.   

SEGUNDO ANÁLISIS (Colo-Colo en el Clausura’ 2017)

Se acabó el distanciamiento que los números proporcionan. Es hora de hacer otro tipo de análisis, menos cerebral y más visceral, puesto que toca escribir sobre algunos aspectos que concernieron al equipo albo durante esta primera parte de 2017.

Intentaré no hacer mención a cuanto sabemos ya de memoria. En este estudio retrospectivo es mi deseo adentrarme en ciertas singularidades, algunas de ellas encargadas de influir directa o indirectamente en la pérdida de la estrella 32 y redundaron en el rendimiento de un Colo-Colo venido de más a menos en un Clausura que nunca debimos perder.

(Pablo Guede y su equipo base)

Que todo entrenador tiene en mente un cuadro de jugadores que conformarán la espina dorsal cuando se enfrentan al inicio de cualquier campeonato no es un secreto a voces. A partir de ese grupo estable es cuando se asientan las bases que darán al equipo equilibrio, seguridad y los automatismos necesarios para afrontar con garantías cualquier partido.  

Las graves lesiones de Matías Zaldivia y Justo Villar trastocaron en cierto modo el establecimiento de esa especie de alineación fija que nuestro DT tenía en mente, sobre todo tras caer el guaraní y el prolongado debate impuesto de quién debiera ser el encargado de suplirle. Aquí no voy a entrar puesto que mi opinión es del todo conocida.  

Dando por hecho que tanto el argentino como nuestro mejor arquero en tiempos eran parte de esa columna vertebral, paso a citar los jugadores que disfrutaron de una mayor cantidad de titularidades en los 17 partidos oficiales disputados por Colo-Colo a lo largo de estos cinco meses de competición que abarcó el Clausura’ 2017 y Copa Libertadores. No entro a valorar los cambios de ubicación realizados por Pablo Guede y su más que discutida efectividad. Mi análisis se basa en las posiciones naturales de cada jugador.    

En retaguardia cabe destacar los 15 encuentros de Julio Barroso, los 10 de Fernando Meza y los 9 de Felipe Campos, seguidos de lejos por el veterano Gonzalo Fierro con 7. Uno de los grandes damnificados fue Brayan Véjar. Dicho jugador arrancó con fuerza para luego ir perdiendo prestancia en el tramo medio de competición. En seis ocasiones saltó al campo de titular, pero curiosamente sólo en dos ocasiones completó los 90 minutos reglamentarios, ante O’Higgins (fecha 5ª) y Universidad de Concepción (12ª).    

En el mediocampo el número de desastres por metro cuadrado fue mayúsculo. Nombres como Mark González y Christopher Gonzales tienen registros parejos. Ambos saltaron de inicio en dos ocasiones y en ninguna de ellas lograron concluir sus respectivos envites. Añadamos a estos datos la ridícula presencia de un Pedro Morales con cuatro titularidades, de las cuales sólo una completó por entero, curiosamente en la fecha 15 del campeonato y que a la postre resultó ser su partido de despedida. Con un Marcos Bolados que nunca fue de la partida inicial y saltando a la cancha en tres ocasiones como suplente, el círculo se cierra en este aspecto.  

Claudio “Serrucho” Baeza (16), Jaime “Pajarito” Valdés (14), el joven Gabriel Suazo (13), Esteban Pavez (12) y el nacionalizado Ramón Fernández (11) fueron esa sala de máquinas que nunca llegó a carburar a la perfección, mostrando unas carencias importantes a la hora de creación.  

Con un potencial relativamente elevado en cuanto a delantera se refiere, este Colo-Colo de inicio de año demostró lo perjudicial de depender de un solo hombre a la hora de perforar la meta contraria. La “Paredesdependencia” fue a la postre un hándicap negativo que lastró en exceso a un equipo falto de gol. Las numerosísimas ocasiones de gol perdidas en momentos claves de los partidos también contribuyeron al desastre final.

La falta de acierto de cara al gol, unidos a planteamientos sibilinos de un Pablo Guede conservador y resultadista, donde Colo-Colo iniciaba los encuentros en plan dominador para luego diluirse como un terrón de azúcar en el café, más una carencia creativa manifiesta, dieron como resultado la pérdida de puntos vitales. Y todo ello a pesar de que el equipo de Pablo Guede mejoró ostensiblemente los registros de goles a favor y sobre todo en contra entre el Apertura’ 2016 y Clausura’ 2017. En el primer torneo mencionado el global fue de 26/20 para pasar a los 29/13 del segundo acto. No fue suficiente tal mejoría para alcanzar el objetivo fijado. Se mejoró atrás pero adelante se seguía fallando.   

Esteban Efraín Paredes Quintanilla se convirtió en el único jugador en asumir las 17 titularidades establecidas por el calendario. Luis Pedro Figueroa con 12, Octavio Rivero (10), Andrés Vilches (8) y un Iván Morales desaparecido en combate con tan sólo una, completaron la terna de delanteros en busca del bendito gol.  

(Otros factores a tener en cuenta)

Para concluir este examen final me centraré en esos pequeños o grandes detalles (depende como se miren) que contribuyeron a que todas nuestras esperanzas se evaporasen. En concreto quisiera detenerme en dos circunstancias en especial.

La primera hace mención al obstinamiento, casi rayando la obsesión, por finalizar las jugadas dentro del área pequeña del rival. Sin apenas jugadas de estrategia (la cantidad de saques de esquina y faltas laterales desperdiciadas) y con escasísimos tiros a puerta de larga distancia, todo se basó en entrar con el balón hasta la cocina y aguardar cualquier genialidad de los de adelante. Y eso los contrarios lo tenían perfectamente estudiado. Les era relativamente fácil desactivar a un Colo-Colo partido en dos, circunstancia que se dio con demasiada frecuencia durante el Clausura, y esto al final también trajo consecuencias negativas.   

La segunda y última observación tiene como telón de fondo el pobre rendimiento físico que presentó el equipo a medida el campeonato avanzaba. Si mis informaciones se ajustan a la realidad, el preparador físico es un hombre de confianza de Pablo Guede, el también argentino Octavio Manera. De él corresponde la labor de mantener en perfecto estado físico a los jugadores disponibles. Su tarea cuanto menos es más que discutible dado lo presenciado en ciertos elementos. Y este desfase también se dejó notar en un balance final nefasto.  

(No se pudo)

La estrella 32 no luce en nuestras vitrinas debido principalmente a la persistencia de más claroscuros que luz reinante. En un torneo donde las jóvenes promesas brillaron por su ausencia, salvo los casos de Gabriel Suazo y en menor medida Brayan Véjar, el resto fue un continuo olvido.

Con un Iván Morales sin apenas minutos, un Branco Provoste saliendo en las segundas partes ante Deportes Iquique y Universidad de Chile y un Marcos Bolados anclado en tres únicas intervenciones ejerciendo de suplente (fecha 4 ante Audax Italiano; fecha 9 contra Huachipato y Cobresal en la última jornada), de los demás poco o nada se supo. Un desafortunado Jorge Araya y un inédito Hardy Cavero acompañaron al extraño caso de Ricardo Álvarez, un joven que debutó con la camisola alba en la fecha 1 del Clausura’ 2017 saliendo mediada la segunda parte en partido contra Unión Española y del cual jamás tuvimos noticia alguna durante el resto del torneo.  

Entre unas cosas y otras, el transcurrir de Colo-Colo en estos primeros meses de año 2017 no fue del todo correcto. El asunto de las “planillas”; la casi guerra civil en ByN que dio como fruto lo que yo denomino pomposamente “Tratado de Libre Amistad” entre Aníbal Mosa y el CSyD Colo-Colo; el caso sangrante de Mark González, más todo cuanto aconteció con Paulo Garcés, también sustentaron el desfalco emocional al que fuimos sometidos. Y es que en esto del fútbol, como en la vida, en las derrotas las sumas también restan.   

FUERZA ALBA   

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