EL FUEGO DEL CAMPEÓN | ¡Cuidense, CARAJO!
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Rarísimo día para el mundo colocolino.
En pleno receso por Eliminatorias, a tres partidos de poder titularnos campeones después de un semestre muy luchado, uno esperaría que los jugadores del equipo estén aprovechando estos días para cuidarse. Cuidar la cabeza, la alimentación, los afectos (que mueven montañas, nada más importante que motivarse por cariño), cuidar el físico… para así estar al máximo de las capacidades para ser campeón.
Porque ese es el objetivo. No hay más.
Sin embargo, la noticia de Esteban Paredes y su for-ma-li-za-ción (sí, esa donde te tienen preso y te llevan esposado a un juzgado) por receptación de bienes alteró las mañanas de los colocolinos. En este caso, estamos hablando de tres televisores de 65 pulgadas, los tres comprados por Esteban, uno en su propiedad y otro en las manos de Justo Villar, el que también será for-ma-li-za-do (asumo que los conceptos “preso”, “esposas” y “juzgado” se repetirán) por receptación cuando vuelva de jugar por su Selección.
Hay una serie de elementos asociados a este hecho que me llaman la atención profundamente.
Hace varias columnas atrás, cuando hablé del caso Vidal, dije que no le voy a atribuir a él ser la garantía moral de la nación porque es un poncho que le queda grande. Debido, tal vez, a su entorno poco favorable en su niñez, no es capaz de comportarse o de actuar permanentemente bien. Educación, lo llaman algunos. Desafortunadamente, el ser “figura deportiva” trae aparejado, estemos de acuerdo o no, la admiración de los niños que los ven como ejemplo. Ellos hoy, en un mundo que está hace rato en crisis en sus valores humanos básicos, tienen muy pocos ídolos a quien admirar y personas a las que seguir.
Un futbolista que gana millones mensuales y que es descubierto comprando a la mala televisores no es un ejemplo.
Otro hecho llamativo fue la respuesta en redes sociales al hecho. Por un lado, las burlas de los hinchas de la U por lo sucedido (lo lamento, no merece mi análisis en absoluto) y por otro lado, la relativización del hecho de parte de varios hinchas colocolinos. Pocos fueron capaces de condenar el hecho por lo que es, sino que se dedicaron a “bajarle el perfil” o a agrandarlo de manera desproporcionada.
Si estamos como estamos en política, economía y religión, por nombrar algunas cosas, es porque ALGUIEN relativizó algo, le bajó el perfil, lo exageró o lo hizo pasar por normal cuando NO lo es.
Pero lo que lejos más me llama la atención es que pocos han comentado o siquiera pensado en el daño irreparable que esto puede hacerle al plantel y sus aspiraciones de ser campeón. TODO lo que aleje la mirada de lo importante (la semana pasada hablé de los arbitrajes en el mismo tono) resulta ser nefasto para nuestras ganas de ser campeón. Para esto es necesario tener la mente bien entrenada y además, tener un equipo absolutamente cohesionado. Me acuerdo de otro plantel que se fue literalmente al carajo luego que su entrenador chocara y le mintiera a los Carabineros sobre su participación…
Quiero a Colo-Colo con el alma. Cuando hace un par de días veía con mi mejor amiga el partido de la Selección le dije algo que me salió de lo más profundo del alma: “Cata, todas estas personas que tu ves aquí en la cancha sirven su propósito y pasan, lo importante al final es el fútbol”.
¿Será mucho pedirles a los jugadores del equipo que, a tres partidos del fin del campeonato y con rivales respirándonos en la nuca, SE CUIDEN? ¿Que nos hagan ver, gracias a sus acciones y palabras, que el fútbol es lo más importante?
Cuidense. Estamos tan cerca…
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